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La perennidad del libro

La perennidad del libro

La era de la cibernética produce el símil de una catarata por el temor que revolotea en relación a si prevalecerá ó más bien inicia el proceso lóbrego de la extinción ó desaparición del libro que para los que los amamos, resulta como  la última liana  que  deslizó a Tarzán.

  Los de mi generación que aprendimos a amar al libro no solo el obligatorio de primaria y secundaria, y ya con una conciencia clara de su protagonismo y valor  en la etapa en que empezó a deleitarnos excento de la coyunda de una tarea, y más es la escala universitaria cuando ya elegimos lo que queríamos saber para ser, acariciamos los libros como a un ser viviente que se ama.

  Es la razón y todo el abisal sentir que como una interrogante angustiante nos confronta con esta era extraordinaria de la comunicación, que con los descubrimientos médicos resultan los avances más superlativos de la humanidad  y que se produjeron en el siglo XX.

  La era de la comunicación que se inició  con el telégrafo, teléfono, televisión, satelital y que se manifestó de forma increíble cuando el 2l de julio  de l969,  el astronauta Neil Armstong se comunicó al instante desde la superficie de la Luna, a 380 mil kilómetros de la Tierra, con el presidente Richard Nixon, hazaña colosal que la entonces URSS no osó desmentir, en plena carrera por la supremacía del espacio exterior con los Estados Unidos..

   La comunicación de Internet que resume en un instante un universo de consulta, desmenuzando pormenores que hasta hace relativo corto tiempo era menester acudir a consultar en una biblioteca ó a un intelectual culto, los celulares que posibilitan el atajo de un catálogo de conocimientos, reforzado por el I-pad y el I-pod, inducen a producir grima por la desaparición del libro a quienes los amamos.

   El descenso de la compra de libros en más de un 75% en la XVI Feria del Libro organizada por el ministerio de Cultura con laudable logística,  en relación a la anterior, es imposible negar que volvió a producirnos ese friíto debajo del ombligo como cuando nos deslizábamos en un columpio.

   Empero, nos reconfortó observar que Odalís Pérez publicó su obra número 26, Manuel Nova su estudio sobre Ramón Marrero Aristy, Leonel Fernández su acopio de 79 artículos publicados en Vanguardia del Pueblo, órgano de comunicación oficial del PLD, que nos convida a recordar la desaparecida y excelente revista Política, que fundara el presidente Juan Bosch y que el PLD no debió permitir su desaparición.

   Naya Despradel publicaba en la Academia Dominicana de La Historia su valioso testimonio que despeja la torcida versión original en las lamentables muertes de Pilar Báez Perelló y su esposo el primer teniente  EN Jean Awad Canaán.

   Reforzando el impedimento de la extinción del libro, afortunadamente instituciones como el Banco de Reservas y el Banco Central patrocinan publicaciones de nuevos libros y re-edición de agotados. el segundo de los dos editando este mes cuatro obras, añorando que el gobernador Héctor Valdéz Albizu apoye mi súplica de re-editar la historia de la banca dominicana,, agotada, del desparecido economista Julio César Estrella.

Hace unos años el Listín Diario y el desaparecido periódico El Siglo. incluían en su circulación libros de muy buena edición a precios reducidos, y el diario El Caribe recién inicia la promoción de que sus suscriptores adquieran libros a precios módicos, que otros diarios debieran secundar, con el propósito laudable de expandir la cultura mediante el libro.

El libro, como el bolero, danzas, valses, polcas, contradanzas, minué. one-step, fox-trox, danzones, mambos, carabiné, mangulinas y merengue,  son géneros culturales como ciertas especies del reino animal y vegetal, en peligro de extinción, que los  cortejantes de esas secuencias en la vida cultural, debemos impedir su final, porque representan delicias espirituales incomparables.

  El Iternet facilita visualizar ipso facto y sin peso la Enciclopedia Británica, Espasa –Calpe de l04 tomos, Historia Universal de César Cantú, El Tesoro de la Juventud, los clásicos griegos.

Historia Universal de l0 tomos de Jaques Perenne, El Ingenioso Hidalgo, inclusive el Pequeño Larousse, que no era tan pequeño cuando lo redactó, pero nada comparable a la emoción de acariciar un libro, tenerlo, caerse de las manos al dormirnos leyéndolo.

Es una apoteosis de los sentidos más sanos y vibrantes del ser humano, que no desaparecerá jamás. como el amor, la fe, la esperanza de un mundo más razonable y comprensible y, sobre todo, el respeto, la adoración y el temor hacia Jehová.

El Nacional

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