La piel es la parte más expuesta a la agresión física, al sol y al calor, lo que se traduce en un envejecimiento precoz.
Mucha agua, cremas hidratantes y una alimentación adecuada es importante para que la piel se mantenga bonita y sana.
La playa y la brisa marina son maravillosas y dan una gran sensación de paz, pero los rayos del sol son inclementes con la piel y es fácil quemarse o sufrir insolación, lo que se puede prevenir.
Si ya te quemaste puedes aliviar el ardor con paños mojados en agua fría o té verde frío.
Se debe evitar usar jabón o productos con fragancia o alcohol en el área quemada. También es importante no rascarse ni quitarse los pellejos, porque se pueden causar cicatrices permanentes.
Puede tomarse una pastilla de acetaminofen (Tylenol), aspirina o ibuprofeno para calmar la sensación.
Mientras la piel está sanando hay que evitar tomar sol, usa protector solar y ropa que cubra las áreas afectadas.
Las quemaduras del sol en la playa dejan huellas que se notarán con el paso del tiempo, en la forma de arrugas, manchas y otros daños a la piel.
La salud interior y exterior, como luces son inseparables. La piel es el fiel reflejo de la salud emocional y física. Los enemigos de una piel saludable son no dormir suficiente, el alcohol, el cigarrillo, el estrés, la vida sedentaria y una comida procesada, lo que exige mayor trabajo de nuestros órganos, especialmente del hígado y destruye nutrientes vitales lo que puede conducir a alergias, problemas cutáneos, fatiga, envejecimiento prematuro y algunas veces serias enfermedades.