Opinión

La punta de Catalina

La punta  de Catalina

Tratar de opinar de temas tan contaminados es una tarea complicada. El agua siempre está turbia. El tiempo de espera es largo, mucho más cuando hay quienes posiblemente tengan beneficios de la confusión. Para ver y observar en detalles la naturaleza misma de las aguas oscuras es un oficio de paciencia. Hay quienes tienen sabiduría necesaria para despejar la maleza, y eso está por encima de mí mismo.

Punta Catalina es precisamente uno de esos casos. Hay tal nivel de conflicto de intereses que su color real apenas puede verse en vista de que sus colores se han vuelto un arcoíris. Sin embargo, supongo que puede llegarse al meollo del asunto. Una forma de hacerlo es colocando en una bandeja las partes envueltas en el conflicto.

¿Qué sería lo real?
El Estado dominicano, al través de su administrador, el Gobierno, es una de las partes envueltas en el conflicto. Cuando se habla del Estado, de acuerdo con los teóricos de la política, se nos dice que estamos hablando del bien común, de la cosa pública. La otra parte que entra en el juego es la firma constructora o de ingeniería, en este caso se formó un consorcio local e internacional integrado por Odebrecht-Tecnimont-Estrella.

Hasta el momento, dos patas de una mesa llamada Central Termoeléctrica Punta Catalina, para lo cual el Estado se hace representar por la CDEEE, la que a su vez contrató una firma con más años en el mercado de los que tengo en edad, la Stanley Consultants, que le asiste en el seguimiento y evaluación de los procesos.

Todo luce simple, sin embargo la Central Termoeléctrica Punta Catalina tendrá dos plantas que generarán energía eléctrica, estimada en 720 MW, con lo cual aspira el Estado abastecernos hasta un 35% de la oferta energética del país. Y es aquí donde entraría en juego otro conflicto, porque hay empresas generadoras de electricidad del sector privado, de competencia con Punta Catalina. ¿Seguirían en el mercado?
El otro punto es el carbón, pues parte de premisas generalizadas sobre su impacto ambiental. Unos atacan duramente su uso para contraponerlo al gas natural.

No soy técnico en nada pero dudo de que cualquier empresa internacional trabaje producto de alto riesgo ambiental sin tomar las medidas de lugar conforme a las exigencias mundiales. Sus defensores hablan de un carbón mineral pulverizado procesado con técnicas que reducen su carácter contaminante.
Ese es más o menos el cuadro. ¿Qué les parece?

El Nacional

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