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La raíz de todos los males

La raíz de todos  los males

El libro de libros, la Biblia, da un tratamiento especial al tema del amor al dinero, y ni se diga al de los ricos, a quienes critica de manera sistemática. Al primero lo califica como la raíz de todos los males, a los segundos siempre los patea. Si se contabilizan los pasajes en los que se refiere el sagrado texto y se hace un sereno recuento, no es descabellado llegar a la conclusión de que los adinerados, resentidos, (ancianos y saduceos) fijaron en el madero de tormento a Jesucristo.

Ha llovido mucho desde la era bíblica en que los judíos, elementos de dura cerviz y con inclinación al mal que asombra, aturdían el mapa de Egipto y la geografía inhóspita, el desierto. El dinero sigue siendo la raíz de males y tormentos, de situaciones oscuras y escándalos. La biblia dice que el soborno pervierte, y nada más hay que mirar hacia los políticos, del patio y no del patio, para darse cuenta.

Sheldon Silver, un ex senador con reinado de décadas como presidente de la Asamblea de Nueva York, y el ex presidente de El Salvador, Elías Saca, son pequeñas pero persistentes burbujas que borbotean en el mar de la cloaca política. A Silver lo vi en el Daily

News, oscureciendo la portada de otros tabloides, frente a la juez. Lucia envejecido, humillado, aparentando más edad de la cuenta, y a Saca, en camiseta, sin traje, con una barriga protuberante, escupiendo desvergonzadamente el esquema que utilizaba para robarse el dinero del pueblo. Don Gato y su pandilla, en la versión de Benito, dan menos risa que viendo a Saca sentado en camisilla junto a sus viejos y envejecidos compinches corruptos. La gerontocracia del robo, amigos.

Esa fotografía de Saca junto a sus complices que recorrio el mundo debería ponerse en todas las oficinas públicas. Funcionaria como un fuerte recordatorio. O una especie de espada simbólica de Damocles para aquel que pensase apropiarse de lo ajeno. La iconografía retrata las oscuras consecuencias.

Me imagino la cara que pondrían los nietos de Saca, sus hijos, su esposa, sus queridas. (En camisetas, Saca más que funcionario púbico parece un tíguere).

Son dos viejos. Son dos pillos. Elija usted el epíteto. Para mí son dos corruptos, dos pobres seres que estando en la cresta del servicio público, prefirieron deslizarse por la sima del latrocinio al erario. Lo de Saca fue en demasía. Se habla de alrededor de 350 millones de dólares desviados.

Sheldon Silver, da lástima, como todo corrupto, a la hora de la verdad, se acobardó, pidió conmiseración a la jueza. Como es natural, el hombre que tiene nombre de héroe pero cuyo accionar lo sitúa como un pillo, en Nueva York no la obtuvo.

El mafioso John Gotti es un niño de teta al lado Silver. La personificación de la seda. Y al lado de Saca, cualquiera de la familia Gambino no pasa de ser un simple párvulo que se chupa el dedo, más que hediondo de saliva, pestilente por señalar a quien le toca una tumba o a quien hay que darle para abajo.

Se debe aborrecer a los corruptos. Primero, por lo que nos quitan, y segundo, por lo que a las generaciones más sanas y más jóvenes, terminan ensenando.

Saca y Silver deben saber que en la vejez todo gesto se afea, incluyendo el del vulgar robo o latrocinio. Ambos lucen terribles en sus papeles al final de sus vidas. En un mundo donde sabemos que la asociación de malhechores crece vertiginosamente, y que la secta de los honestos tiene todos los días menos membrecía, alabo y celebro que estos dos ancianos estén en la cárcel.

La mafia que domina el mundo no es esa que personifican los Genoveses, los Gambino, los Lucchese, lo Bonnano, sino la mafia política, y es bueno sentar a sus representantes en el banquillo en camisetas y ojerosos, arrugados. El talante de caballeros no les queda para nada.

El autor es escritor y periodista.

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