Opinión

¿La recuerda? ¡Es Edith!

¿La recuerda? ¡Es Edith!

Hitler se suicidó el 30 de abril de 1945, y la Alemania nazi inició un proceso de rendiciones incondicionales en diferentes frentes, culminando el 7 de mayo de ese año con la firma del Gran Almirante Kart Doenitz, a quien el Fuher había designado en su testamento político como presidente del Tercer Reich.

Los cañones quedaron silenciados en Europa tras casi 6 años de la guerra más horrible, pero quedaron encendidos en el Pacífico con un Japón negado a rendirse y peleando contra los Estados Unidos.

Al cabo de 3 meses de una intensa y sangrienta acción bélica en esa zona, el presidente Harry Truman dio la que muchos consideran la orden más conflictiva que jefe de Estado alguno haya dado: lanzar bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de  Nagasaki y los días 6 y 9 de agosto de 1945.

El llamado Imperio del Sol Naciente, con el emperador Hirohito a la cabeza y los jefes militares belicosos agitando por seguir una lucha tan inútil como hemofágica, decidió rendirse de manera incondicional, acción llevada a cabo el 2 de septiembre a bordo del acorazado Misuri, en la Bahía de Tokío, ceremonia encabezada por el general de 5 estrellas Douglas McArthur, comandante supremo del Pacífico y el Lejano Oriente.

El pueblo de los Estados Unidos fue convocado para una gigantesca celebración de lo que se llamó el “V-J Day”, o sea, Victoria sobre el Japón, en la famosa y legendaria “Times Square”.

La enfermera Edith Shain tomó el tren que iba del “Doctors Hospital” a la mundialmente conocida plaza, integrándose a millones de personas que celebraban no solo el triunfo sobre Japón y sus otros aliados Hitler y Musolini, sino el fin de una lucha de 6 años que costó a la humanidad 80 millones de muertos.

La enfermera Edith Shain había nacido en Nueva York el 29 de julio de 1918, por lo que en ese momento tenía apenas 26 años de edad, pero era tenida como una de las mejores enfermeras del mencionado hospital.

El célebre fotógrafo Alfred Eisenstaedt, de la revista Life, tomaba una foto tras otra, cuando el azar produjo algo que todavía hoy sigue siendo una leyenda universal.

Sucede que un marino, que nunca pudo ser identificado (todavía hoy se lucha por ubicar su nombre) tomó a Edith Shain por el cuello con la mano izquierda y por la cintura con la mano derecha y la besó.

Muchos consideran que, después de la foto de la histórica bandera en el monte Suribachi ésta de Eisenstaedt es la más famosa del mundo.

 En Los Ángeles y a los 91 años de edad, acaba de morir Shain, la enfermera que una foto hizo pasar a la Historia.

El Nacional

La Voz de Todos