Reportajes

La repetición de ejercicios y lecturas como método para la enseñanza

La repetición de ejercicios  y lecturas como método  para la  enseñanza

En la segunda edición de su obra “Conocimientos Elementales del Idioma Castellano”, don Arístides García Mella sostiene la necesidad de repetir procedimientos para lograr un apropiado aprendizaje de algo. Este libro, desconocido para la mayor parte de las actuales generaciones, fue impreso en París en 1926.

La edición, sin embargo, fue dispuesta por su autor para lectores dominicanos. Mejor dicho, para estudiantes de su época. Una primera edición data de 1907. Conforme señala el autor en la introducción de la segunda, concibió el libro para estudiantes normalistas. La de 1926 está igualmente escrita para los estudiantes de ese nivel y de esa especialidad.

(En la época, y hasta bien entrado el decenio de 1950, “normalista” era el estudiante de secundaria. Si bien, también el término identificaba a los estudiantes de Educación en las Escuelas Normales de Primera y Segunda Enseñanza.

(Las Escuelas Normales formaban a los profesionales de la educación en dos vertientes. Los de “primera enseñanza” estaban destinados a dar clases en Educación Primaria y Educación Intermedia. Educación Primaria abarcaba el nivel del primero al sexto grados. La Educación Intermedia llegaba al séptimo y octavo grados.

(Los egresados de “segunda enseñanza” estaban destinados a dar clases en las Escuelas Secundarias, para la época, “normalistas”).

García Mella, en realidad, era graduado de licenciado en ciencias físicas y matemáticas, del Instituto Profesional, precedente de la Universidad de Santo Domingo. Le preocupaba el manejo del idioma, empero. Por eso escribe la obra, descrita por él mismo como simple y desprovista de muchas reglas.

¿Cuál era su objetivo? Que el estudiante dominase lo esencial de su lengua materna. Su dominio –ortología, ortografía, en lo esencial- resultaría de la repetición de ejercicios. Y de los años.

La repetición se convierte en un proceso metodológico no porque lo diga García Mella. En él, esta metodología adviene de la observación, la experiencia y el interés.

La observación, pues como docente advierte la ligereza del discente al recibir un mensaje del educador. La experiencia, pues a partir de tal observación concibe la necesidad de reclamar a los estudiantes repetir una escritura de palabras o una lectura. Y el interés, sobre todo, porque, de haber estado más pendiente del salario por percibir que de enseñar, nada le hubiere llamado la atención.

Pero muchos pedagogos han percibido la repetición como un proceso metodológico. Es el caso de Ovidio Decroly, quien concibe y propaga el método ideovisual de enseñanza lectoescritural.
Decroly basa este método en combinar la enseñanza de las vocales (y las consonantes, aunque con menos énfasis inicial en éstas) con palabras que representen cosas. La repetición de este ejercicio, hasta que el aprendiente perciba el sentido de las letras y su papel en la construcción de las palabras, es la clave.

Al leer los informes de las asambleas de profesores en los años del decenio de 1950, se encuentra la misma metodología. Estas asambleas se realizaban en los fines de semana. Los profesores de una Inspectoría Escolar, posteriormente Dirección de Distrito Escolar, se reunían para conocer de problemas propios del sistema.

Cada reunión de estas asambleas (realizadas casi concomitantemente en todo el país), agotaba una agenda más o menos preconcebida en base a tres áreas. La administrativa, la de asuntos de desempeño del sistema abarcando con ello a docentes y a estudiantes, y la tocante a la situación de las escuelas.

Un resumen de los resultados de cada asamblea era enviado a la Secretaría de Estado de Educación. Tengo en mis archivos copias de decenas de tales asambleas, de años diferentes. Cuando los profesores abordan temas como los propios de resultados de sus empeños y logros, se nota la confianza puesta en el método de la repetición.

Tengo la copia de un informe escrito por el profesor Armando Almánzar González, entonces Intendente de Educación del Departamento Noroeste. Corría el año de 1952, y poco antes del inicio del año escolar, organizó un cursillo para personal directivo bajo su dependencia, incluyendo, por supuesto, los docentes.

El informe se dirigió al secretario de Estado de Educación y Bellas Artes. Entre los puntos tratados en el cursillo destacaba lo positivo de la repetición de prácticas de lectura y de escritura.

La repetición. Esto ha faltado en los cursos iniciales de la educación pública. Ni siquiera se procura en el logro del manejo de la lectoescritura.

Por eso, tal vez, los vacíos con los cuales se topeta la formación de talentos humanos para el crecimiento económico real y el desarrollo económico, social y cultural de la República.

El Nacional

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