Opinión

La Semana Santa

La Semana Santa

Aunque para muchos, la Semana Santa es un período para reflexiones cristianas, para otros el largo período de asueto no es más que un argumento para la juerga, o sea la diversión sin control.

Sin embargo, creo que moderadamente se puede hacer una cosa y la otra, como también creo que se puede reflexionar sobre los valores cristianos y al mismo tiempo sobre el rumbo de la sociedad en que vivimos.

Recordemos que Dios dijo ayúdate que yo te ayudaré, o sea que no podemos creer que solo con oraciones podemos contribuir a resolver nuestros problemas y los de los demás. A las oraciones hay que acompañarlas con el trabajo tesonero.
Pero más importante es hacer una mezcla de los valores religiosos con los valores sociales, a fin de procurar contribuir en los cambios que amerita nuestra sociedad.

El valor de la amistad: Este vínculo que elegimos formar con ciertas personas es muy especial y debe ser respetado y nutrido. La actitud del apóstol Juan es un gran ejemplo de este valor.

Es cierto que Pedro cortó la oreja de un guardia cuando se estaban llevando a Jesús, pero durante la crucifixión, el único que estuvo presente, apoyando a la madre de Cristo mientras él moría, fue Juan. Fue justamente a él a quién Jesús le dijo “hijo, ahí tienes a tu madre”.

El valor de la valentía: Valentía no es la ausencia de miedo. Es más bien tomar decisiones, pese al miedo. Jesús fue también un ser humano y debe haber estado aterrado por su destino.

No escapó, ni buscó disminuir su sufrimiento, ya que para él valía la pena su muerte. Muchos le dijeron “si eres el Mesías, sálvate a ti mismo, baja de la cruz”. Y él no lo hizo.

El valor de la justicia: Poncio Pilato sabía que los sacerdotes habían entregado a Jesús por envidia. Él sabía que no había ningún delito. Y, como autoridad, en vez de hacer cumplir la justicia, se lavó las manos. La crucifixión fue consecuencia de esa injusticia.
El valor de la lealtad: De acuerdo a la Real Academia de la Lengua Española, lealtad significa “el cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien”.

Es decir, aquello que Judas no respetó cuando vendió a Jesús a los sacerdotes fue su compromiso con Jesús. Su amistad con Cristo lo obligaba a protegerlo y, sin embargo, lo entregó.

El Nacional

La Voz de Todos