Opinión

La traición

La traición

Ningún ser humano, cual sea su condición, está exento de recibir y sufrir una traición en cualquiera de los instantes de su existencia o circunstancias.

Los traidores y las traidoras son engendros malévolos, maquinadores, mentirosos, perniciosos, aves de rapiña que distorsionan la verdad, cual malignidad infernal y hasta criminal.

Pierden la concepción de la amistad, del amor, el agradecimiento y los sentimientos de quien o quienes les han realizado el bien, les han salvado de grandes apuros, infortunios y situaciones difíciles, deudas, calamidades, necesidades diversas de muchas clases. Son cual Hortelano, que lanzan piedras y esconden la mano.

Los traidores toman fiado, prestado o a crédito y no pagan, rehuyendo su responsabilidad como pájaros malignos y están en todas partes a la espera de lograr sus objetivos, maquinaciones y engendros, perfiles, émulos de Maquiavelo.
A veces logran sus deseos y perciben lo acordado, la recompensa macabra, sucia, negra y cruel, que no logran gozarla, ni adquirir lo soñado, sino repulsas amistosas de familiares, compañeros de trabajos, vecinos y la insidia de sectores y grupos sociales diversos.

Estos tipos de hombres y mujeres traicionan al amigo, al patrón cuando le roban y le hablan blasfemia, a ciertas instituciones públicas y privadas, fingidores, tránsfugas, simuladores, aparentar tener poca memoria, que es parte de su traición, pero no tienen criterio y cada especie es esto que llevan en el fondo de sí mismo: un pequeño cementerio de sus delaciones y hechos.
El traidor es un ser despreciable, indigno, oprobioso, lleno de ignominia, desprestigiado, afrenta, vil, maldad, perverso, depravado, afrentoso, corrompido, malvado, hiena, malo, deshonesto, perjuro, tránsfuga, alevoso, infame, desleal y soplón.

El traidor es como expresa Emilio Castelar: “Una vida en que no cae una lágrima, es como uno de esos desiertos en que no cae una gota de agua: solo encuentra serpientes”. Hay que alejarse de los traidores, hipócritas y pervertidos, los mentirosos, desagradecidos, olvidadizos y aves de mal agüero, porque tantas veces sobre ellos y su cabeza se aglomera y flotan los diversos resortes del delito y la maldad.

Debemos saber esperar, como refiere el inmenso Baltazar Gracián en la obra “Oráculo manual y arte de la prudencia: “Saber esperar demuestra gran corazón, nunca hay que apresurarse, si uno es el dueño de sí, después lo será de los otros, del tiempo hasta llegar al centro de la oportuna ocasión”.

“La espera prudente razona los criterios y madura los pensamientos secretos. La muleta del tiempo es más útil que el afilado palo de Hércules. Dios no castiga con bastón, sino con tiempo. La fortuna premia la esperanza con un galardón”
Toda traición es indigna y bárbara, y como refiere Barón de Halbach; “La traición supone una cobardía y una depravación detestable”. Hay que vivir con honor y morir con gloria.

(Este artículo se publicó en El Nacional el viernes 15 de mayo de 2015).

El Nacional

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