Opinión

La transparencia

La transparencia

Orlando Gómez Torres

Ahora que todos los partidos del sistema político dominicano se han visto embarrados, con o sin razón, por los alegatos del financiamiento de Odebrecht a las campañas políticas en nuestro país, sería sano para estos asumir esta situación como una lección. No es cierto que los partidos necesiten una ley que les exija transparencia sobre los fondos que reciben y como los gastan, como tampoco es necesario una legislación que les imponga buenas prácticas para evitar la entrada de dinero de procedencia ilícita. Como hoy vienen aprendiendo, a las malas, la exigencia de transparencia no es por una necedad, es para su propio beneficio.

En un universo paralelo donde actuar con sentido común sería la norma en República Dominicana, ante los alegatos de financiamiento indebido en nuestras campañas políticas, todos los partidos políticos estarían presentando sus nóminas de donantes, sus balances y sus estados auditados debidamente notificados ante el regulador electoral, acompañados de informes sobre reportes de actividades sospechosas notificados a las autoridades competentes como parte de su colaboración en la lucha por prevenir el lavado de activos.

Lamentablemente no vivimos en ese universo paralelo, y hoy la credibilidad de todo el sistema de partidos de la República Dominicana pende de los vaivenes y las declaraciones que salgan de Brasil. Ese es el precio de la poca transparencia en el manejo de la recepción y el gasto de los fondos en campaña, y es el costo detrás de lo que muchos asumen como un riesgo calculado.

¿Es necesaria una ley que exija a los partidos transparentar sus finanzas? Quizás. Pero nada impide a los partidos a hoy mismo imponer los controles, mecanismos de reporte, publicidad y de fiscalización independiente necesarios para transparentarse por la vía estatutaria. La ley no va a inventar algo que ya no exista sobre buen gobierno o buenas prácticas en el manejo de fondos, la literatura al respecto es bastante abundante.

El debate sobre la Ley de Partidos y la Ley Electoral se ha centrado en las acusaciones de lado y lado sobre falta de voluntad para someterse a controles razonables y a transparentar las operaciones financieras de los partidos, lo impresionante es que a pesar de las acusaciones ir y venir, ningún partido, ni siquiera los pequeños que se ufanan de pulcros, se han atrevido a guiar con el ejemplo sin esperar leyes que se lo indiquen.

Como todo el sistema de partidos viene aprendiendo hoy, el costo de transparentarse resulta irrisorio en comparación con el costo político y reputacional de verse atrapado en un mar de acusaciones sin poder dar pruebas contundentes de su accionar. La transparencia no es una necedad, es una inversión; espero que aprendamos la lección.

El Nacional

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