Opinión

La verdad es lo decisivo

La verdad es lo decisivo

Es indudable que la calidad de las personas que emiten opiniones, comentarios, valoraciones de hechos, de circunstancias o personas, debe ser considerada al momento de evaluar tales aseveraciones. Es cierto que, en principio, no nos debe merecer idéntica consideración lo que alega alguien acreditado por una conducta intachable, que lo afirmado por quien esté afectado de un historial cuestionable.

Pero la condición del emisor no debe ser un punto de partida ineludible para reaccionar descartando, por eso, lo manifestado por quien no nos debe merecer mayor credibilidad. Eso es así, sobre todo, si lo dicho puede tener importancia para un colectivo determinado. A ese conglomerado debe interesarle descartar o comprobar si tales asertos carecen o no de validez.

A esa conclusión inequívoca no es posible arribar al margen de una investigación objetiva, despojada de prejuicios, sin condicionantes que la contaminen y en la cual, la lógica debiera aconsejar a los posibles involucrados ser los más interesados en su realización, bajo la premisa de que su alegada inocencia va a permitir que la verdad se establezca y ellos quedar robustecidos en su estima pública.

Cualquier actitud caracterizada por rehuir la confrontación, el debate, el escrutinio riguroso de los acontecimientos, no hace más que incrementar las sospechas y permitir que los hechos transiten rumbos peligrosos que, a la larga, pueden generar peores resultados.

A propósito de la terrible divulgación de episodios deleznables por parte de un personaje involucrado en conductas criminales, las reacciones de muchas personas, de manera preponderante de las reales o supuestas afectadas, no ha sido la más adecuada por haber estado signada por esgrimir la descalificación supuesta del declarante y por atribuir a quienes hemos estado postulando por la realización de una profunda investigación, una inexistente ponderación del sujeto que acusa.

Nada más falso. Al menos en mi caso, y estoy seguro que en el de muchos otros, en ningún momento se ha tomado partido a favor ni en contra de individuos. Esto no es un problema de quien sea bueno o malo, puro o impuro. El debate debe girar en torno a si es necesario o no dejar las cosas así y aquí no ha pasado nada o sí, por el contrario, optar por escrutar los hechos y, a partir de acciones imparciales, hacer que la verdad aflore, no solo sobre los señalados, sino sobre todos los que, de una u otra forma, hayan podido tener perniciosas vinculaciones.

El Nacional

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