Opinión

Las malas buenas noticias

Las malas buenas noticias

La crisis económica en el mundo desarrollado tuvo cierto impacto negativo sobre países como el nuestro al reducir el flujo de comercio con Estados Unidos y Europa, y en el caso específico de la República Dominicana reducir sensiblemente el turismo. Sin embargo, esa misma crisis también nos ofreció algunas bendiciones como un mayor flujo de inversión extranjera, reducir el costo de nuestro endeudamiento, y manteniendo relativamente bajos los costos de bienes como el petróleo en los mercados internacionales.

Las noticias de un crecimiento más robusto en los Estados Unidos, pudieran no ser muy buenas para nosotros al claramente no estar preparados para enfrentar sus inevitables consecuencias.

El primer reflejo del impacto negativo que viene teniendo la paulatina normalización del crecimiento de los Estados Unidos y los cambios anunciados en la política monetaria de la Reserva Federal sobre nosotros puede ser observado en la tasa de cambio, que a la fecha muestra una devaluación del peso algo por encima del 4% en lo que va del año, siendo la devaluación más acelerada registrada desde el 2007.

La devaluación del peso dominicano es consistente con lo que viene ocurriendo con las divisas de otros mercados emergentes, destacándose el real brasilero que se ha devaluado en cerca del 9% en lo que va de año. Por lo tanto esa pérdida de valor del peso no debe ser fuente de alarma en la República Dominicana por el momento, siempre y cuando la inflación se mantenga tan por debajo de la meta del Banco Central, como hasta ahora viene ocurriendo.

El segundo reflejo es en el precio del oro y para colmo de males en el petróleo. Justo cuando la República Dominicana esperaba recibir divisas por la exportación de oro de la mina de Pueblo Viejo gracias a la Barrick Gold, el oro se ha desplomado hasta un poco por encima de los $1,200 dólares, mientras que por su lado el petróleo que en el caso del West Texas Intemediate se estuvo cotizando cercano a los $90 dólares, ya hoy excede los $100 con tendencia a seguir en alza. Esto previsiblemente provocará un aumento en los combustibles, y un aumento en la factura eléctrica o en su defecto en el déficit eléctrico.

El tercer reflejo será en la deuda externa dominicana, que estuvo gozando de colocaciones que venían sucesivamente estableciendo records al conseguir tasas sumamente generosas para colocarla. Tengo altas reservas de que la próxima colocación de deuda soberana puede seguir recibiendo ese trato tan generoso por parte de los mercados, implicando esto una deuda más cara.

No obstante lo anterior, siguen existiendo oportunidades para aprovechar de una forma positiva estos nuevos cambios en el panorama económico internacional e incluso reducir significativamente el impacto negativo que he descrito. Implican cambios culturales en la forma de hacer negocios y mucha voluntad política para producir esos cambios, la pregunta final es si nosotros mismos estamos dispuestos a realizarlos o si, en cambio, accedemos a dejarnos hundir por la corriente aferrados a un modelo de hacer negocios que ha probado ser un enorme fracaso.

El Nacional

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