Opinión

Las visitas de Danilo

Las visitas de Danilo

Danilo Medina no trabajó por años en la estructuración de una candidatura o de un proyecto presidencial. Llegase o no al poder, lo que lo sacaba de su casa todos los días a trabajar día y noche era la construcción de un proyecto de país. Antes de encabezar el primer acto de masas para motivar una precandidatura, hizo lo que nunca se había hecho en la República Dominicana: agotó una tanda de pequeños encuentros en patios, terrazas, salas y gazebos, para  escuchar a las personas. 

En muchas oportunidades el visitante se percataba de que la agenda de los políticos distanciaba de los problemas puntuales, y en otras advertía preocupaciones comunes sobre el tipo de gobierno y de política de Estado al que aspiraban dominicanos y dominicanas de las más variadas segmentaciones, entonces Danilo Medina, el político con mejor dominio de los problemas macros de la sociedad, también se empapó de los reclamos micros.

Conocía a todos los dirigentes y militantes del Partido de la Liberación Dominicana de larga data, pero en esos encuentros conoció a todos los líderes sociales de la República, supo por quién preguntar en cada sitio, supo de lo que estaban haciendo clubes de madres, asociaciones campesinas, cooperativas, ligas deportivas, sociedades de socorro mutuo, gentes de las iglesias, entidades educativas, fundaciones, y muchas de esas iniciativas ganaron espacio en sus propuestas de gobierno.

Para él un programa de gobierno tenía que ser una expresión real de los reclamos de los pobladores y de las posibilidades del Estado, no podía ser el fruto de una elaboración de tecnócratas, tenía que ser parido en una discusión entre técnicos especializados en las diferentes áreas y los sectores que iban a ser impactados, pero el plan tenía que estar entrelazado con los objetivos, y el promotor de esas ideas, aunque estaba dispuesto a ser desafiante y llegar hasta posibilidades que pudieran lucir inalcanzables, solo permitió que se incluyera lo que entendía que podía cumplir.

Sus visitas puntuales y sorpresivas, no brotan ni de la improvisación ni de la imaginación, ha estado volviendo a lugares a los que se había comprometido a ir investido de la banda presidencial, pero sin parafernalia, a llevar un espaldarazo a iniciativas de las que se empapó en aquellos encuentros iniciales y que en honor a la verdad, lo cautivaron.

Desde su visita y espaldarazo a los productores de jengibre de Monte Plata, hasta su desmontada en la  Hora de Dios, en Buenos Aires de Herrera, pasando por las visitas a comunidades deprimidas de San Juan de la Maguana, a los productores de piña de Cevicos, los fabricantes de Bambú de Bonao, los hospitales Cabral y Báez de Santiago y Luis Eduardo Aybar, de Santo Domingo, ha ido dejando un mensaje que trasciende esos descensos: que esperen por él todos los sectores con los que asumió compromisos.

El Nacional

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