En comparación con las barbaridades que se denuncian por aquí, el escándalo que tiene al salto de la pulga al presidente de España es de poca monta. Que Rajoy cobraba un sobresueldo de unos tres mil euros mensuales que cuando estaba en la oposición le pasaba al extesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, quien está preso. Pero no por insignificante el caso deja de llamar la atención por estos predios, donde las denuncias de corrupción, que regularmente terminan llevándoselas el viento, hacen ola.
Con el estilo de vida y el patrimonio de funcionarios y exfuncionarios dominicanos, los españoles estuvieran más que escandalizados. Y, por supuesto, en la cárcel muchos jorocones que con el pasado de vivir con una mano adelante y otra a tras no tendrían cómo justificar la riqueza y el nuevo estatus social. No son magos ni reyes Midas. Pero en España al Presidente se le cae la casa encima porque supuestamente recibía por la izquierda unos tres mil euros en efectivo. No se le ha asociado con mansiones de lujo ni con gastos que no se corresponden con sus ingresos.
El caso es que por lo que por aquí sería una tontería, cientos de miles de españoles, que pasan por momentos difíciles, quieren que Rajoy dimita y convoque a elecciones. Por ahora ha insistido en que fue engañado por el extesorero de su partido, preso por un presunto fraude fiscal y por lavado de activos después que se le descubrieran 47 millones de euros en Suiza.
No ha sido óbice para la Justicia que Bárcenas fuera una figura relevante del partido en el poder y por demás cercana al presidente Rajoy. Porque aún con todos sus problemas en la nación ibera prima el principio, al menos en un aceptable procentaje, de que la Justicia es igual para todos. Son de las cosas que por aquí se deben imitar en aras de la transparencia. La tormenta constituye, pues, un referente o un aviso para estos países donde reina la impunidad.
