Con un Teatro Nacional Eduardo Brito que casi desbordó su capacidad, sin contar con los tradicionales patrocinadores de espectáculos artísticos de gran nivel, la vocalista cristiana dominicana -tras cinco años de ausencia en su tierra- volvió para entonar, en una de las voces más altas de la música de fe, su “Concierto para el Cielo”, que provocó lágrimas y una experiencia que perdurará por muchos años en sus concurrentes.
El concepto del maestro Amaury Sánchez y que enfrentó numerosas dificultades en su desarrollo, al final se evidenció como bendición necesaria para una comunidad necesitada de ese mensaje ofrecido en la mejor de las envolturas posibles: el arte musical sinfónico engalanado con una figura latinoamericana, del más alto nivel de la canción cristiana.
Tan solo 27 butacas dejaron de ser ocupadas en la Sala Carlos Piantini, del Teatro Nacional Eduardo Brito, se disfrutó de la voz de soprano dramática y afinadísima, quien inició con “El Dios que me ve”, para continuar esbozando el tema, que casi es himno, “Cuán grande es”, cuyas letras recorrieron la piel de todos y se hicieron residentes en las muchas gargantas que le acompañaron en su tono más fiel y masivo.
La Orquesta Filarmónica de Santo Domingo merece todo el crédito por la plataforma que puso a disposición bajo la batuta de Sánchez.
El punto clímax fue en instante en el cual hizo la balada “Al final”, cuyas letras fueron asaltadas por el público que se hizo intérprete masivo y que la dejó a ella, emocionada y en silencio, en medio del escenario.
A coro, la gente cantó: “Siempre has estado aquí, tu palabra no ha fallado, y nunca me has dejado, descansa mi confianza sobre ti”. Fue ese el momento para el llorar de muchos.
