Opinión

Lo ideal y lo posible

Lo ideal y lo posible

El Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) ha designado a los nuevos integrantes del Tribunal Superior Electoral (TSE) y a cuatro nuevos magistrados de la Suprema Corte de Justicia (SCJ), en una escogencia que parece motivar más vítores que reproches.

Los magistrados escogidos son los doctores Román András Jáquez Liranzo, quien presidirá el TSC; Santiago Salvador Sosa Castillo, Ramón Arístides Madera Arias, Rafaelina Peralta y Cristian Perdomo Hernández, quienes formaron parte de la lista de 83 abogados preseleccionados para optar por esas curules.

El CNM escogió también a los magistrados Manuel Alexis Read Ortiz, Pilar Jiménez, Blas Rafael Fernández y Moisés Ferrer Landrón, como jueces de la Suprema Corte de Justicia y al juez Ramón Herrera Carbuccia, como primer sustituto del presidente de esa alta corte.

Resulta poco menos que imposible satisfacer las aspiraciones de todos los sectores políticos, sociales, económicos y académicos de la sociedad, con respecto a los perfiles y personas aptas para desempeñar tan delicadas funciones, pero en justicia debe admitirse que los nombres de los escogidos se acerca a ese ideal.

La escogencia de esos jueces no debería interpretarse como un rechazo a los magistrados del TSE que cesarán en sus funciones, a todos los cuales la sociedad les guarda deuda de gratitud, en razón de que cumplieron con su deber de pronunciar sentencia en todos los casos contenciosos puestos a su cargo, aunque los fallos no fueran del agrado de unos u otros accionantes en justicia.

No se tienen evidencias de que esos magistrados fueron seleccionados por filiación, simpatía o cercanía con el partido que ostenta la mayoría en la membresía del CNM, aunque corresponde a cada uno de los escogidos demostrar con sus actos el compromiso de independencia, equidad y apego a la ley.

En el caso de la Suprema Corte de Justicia satisface saber que se cumplió con la premisa legal de que los magistrados nombrados en ese alto tribunal deben ser jueces de carrera, con excepción de la cuota mínima asignada a letrados o académicos, lo que representa una buena señal en torno al desempeño que la sociedad espera de todos los togados de esa corte.

Es posible que en el caso de elección de jueces del Tribunal Superior y Electoral y de la SCJ se cumpla el dicho aquel de que no están todos los que son ni son todos los que están, pero debe admitirse que ha habido en esa escogencia una notable cercanía entre lo ideal y lo posible.

El Nacional

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