Opinión

Lo inteligente

Lo inteligente

                       Uno de los episodios de inconsistencia y falta de fe a la causa de una organización política se pone de manifiesto en la medida que sectores internos orientan sus esfuerzos a debilitar la competencia partidaria bajo el falso alegato de que la derrota del rival se traduce en victoria. Orientar esfuerzos bajo la sombrilla de prácticas sediciosas es un hábito indecoroso en la lucha política.

                        En el PRD, una generación envejeció, estableciendo distancias insalvables con sus compañeros y aupando acciones que acercaron la disidencia partidaria con los adversarios reales. Convencido de ese mal, el líder histórico, José Francisco Peña Gómez reiteraba la frase: “sólo el PRD derrota al PRD”. Conocedor por excelencia de la dinámica perredeísta, el maestro y arquitecto de las grandes jornadas electorales, enfatizaba sobre la urgencia de compactar la diversidad del partido alrededor de una causa capaz de conducirnos a la victoria.

                        Sin unidad no hay victoria. Ahora bien, el sentido elemental conduce a pensar que un partido de las características del PRD no puede ser orientado sobre criterios que niegan la naturaleza de una organización que constituye un sentimiento nacional por su profundo arraigo en la sociedad. La verticalización del mando, el falso criterio de un líder único y la incapacidad de recrear los espacios de discrepancias son elementos que se revierten contra la agenda colectiva de un proyecto de poder.

                        En la operatividad diaria, el PRD no encuentra como capitalizar el distanciamiento de grandes núcleos ciudadanos con el partido de gobierno porque esos segmentos no perciben un auténtico afán por marcar la diferencia de la actual administración. Por el contrario, los intentos de reproducir el fenómeno del partido morado en las entrañas del partido blanco es una expresión de la falta de visión política.

Resulta injustificable cualquier alegato que impida alcanzar un avance en las matemáticas municipales y congresionales. Ese incremento constituye una señal de contrapeso necesario para vigilar a un ejecutivo que no puede recibir el 16 de mayo un cheque en blanco. Ahora bien, lo que nadie puede creer que miembros del PRD que desarrollamos nuestra carrera con un sentido de conciencia crítica nos mantengamos en silencio frente a excesos y prácticas que sí representan hábitos indeseables y promotores de fracasos electorales.

                        Lo inteligente es salir a respaldar los candidatos y candidatas. Tratar de apostar a una apabullante derrota en las elecciones de medio término afecta a las siglas y nadie podrá cantar victoria con esos intentos malsanos.

                        Si la historia sirve de algo, debemos recordar las acciones sediciosas de los años 1986 y 2004. En ambas oportunidades el cálculo les salió mal a sus arquitectos.

El Nacional

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