Según la Organización Mundial de la Salud, las enfermedades cardiovasculares causan 17.5 millones de muertes en el mundo cada año y representan la mitad de todas las muertes en Estados Unidos y otros países desarrollados, amén de que también son una de las principales causas de muerte en muchos países pobres. En conjunto, son la primera causa de muerte en los adultos, superando el cáncer.
En Estados Unidos, más de 80 millones de personas sufren algún tipo de enfermedad cardiovascular, y unas 2.400 personas mueren cada día de este tipo de males, por lo que se insiste en el cambio de estilo de vida para garantizar la salud del corazón.
Múltiples estudios en humanos han determinado que existen condiciones especiales que dañan el corazón. Son los factores de riesgo cardiovascular, que hoy se engloban en dos tipos: los factores de riesgo modificables y no modificables.
La edad, la carga genética y el sexo son los principales factores no modificables, y entre los que podemos modificar se encuentra la hipertensión arterial, el colesterol con sus variables colesterol bueno o HDL y colesterol malo o LDL, la obesidad o sobrepeso, la diabetes, el tabaco y el sedentarismo. Otros dos factores modificables se consideran contribuyentes en la aparición de trastornos cardiovasculares, me refiero al alcohol y las situaciones estresantes.
Según el informe Global Health Risk de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de octubre 2009, la hipertensión es responsable del 13% de las muertes a escala mundial, seguida del consumo de tabaco (9%), niveles altos de glucosa en sangre (diabetes) (6%), la inactividad física (6%), y el sobrepeso o la obesidad (5%) lo cual equivale a decir que estos factores de riesgo disminuyen entre 7 a 10 años el período de vida útil al que usted tiene derecho.
La OMS alerta que la malnutrición infantil, el consumo de alcohol, las prácticas sexuales de riesgo, la hipertensión arterial y la falta de higiene e insalubridad de las aguas constituyen los cinco factores de riesgo que, de forma directa o indirecta, provocan más muertes en el mundo.
Mantener la calidad de vida, en el caso de los adultos, es responsabilidad de cada quien, consciente de sus alteraciones metabólicas personales y la disciplina a aplicar. En la población infantil, la responsabilidad recae en los padres y su interés en planificar hábitos higiénicos y dietéticos saludables que prevengan el daño precoz del corazón.