Opinión

Lo que siempre se ha hecho

Lo que siempre se ha hecho

La campaña electoral del 2012 representaba para el entonces candidato Danilo Medina una situación muy difícil derivada de las características principales del gobierno que finalizaba, signado por un profundo descrédito en parte importante de los ciudadanos. Para colmo, se trataba de una gestión de su propia organización, a cuya cabeza figuraba una persona sin cuya participación decidida resultaba imposible conquistar la victoria.

Para intentar salvar ambas circunstancias, sin herir susceptibilidades del pasado, al tiempo de disminuir los efectos perniciosos de un presente que según todas las mediciones no se presentaba halagüeño, se recurrió a una consigna bastante seductora, “arreglar lo que está mal, continuar lo que está bien y hacer lo que nunca se hizo”.

En verdad, las cosas no han transcendido más allá de aspectos que atañen más a la forma que al fondo, sin taladrar aspectos fundamentales de una sociedad que demanda cambios profundos capaces de estremecerla. Se ha hecho énfasis en asumir un estilo diferenciado del antiguo director de la orquesta y se ha resultado beneficiario de la ausencia de una oposición desprovista de una mínima aptitud para demostrar a la gente que en esencia todo se ha reducido a una dosis adicional de las pócimas tradicionales.

Tan cosmético ha sido el abordaje de todo, que por eso no han mejorado indicadores que avalan el desarrollo humano de una sociedad determinada, y continuamos a la zaga en las mediciones de las más importantes de esas variables. No debemos alegar sorpresa porque desde los primeros días una frase debió servirnos para pronosticar lo que vendría: “No se debe tirar piedras para atrás”. No resultaba difícil comprender todo lo que encierran esas palabras. Es aniquilar las posibilidades de que en este país empiecen a producirse consecuencias ante tanta ignominia.

Sin embargo, en los días que corren llegó la hora de los hornos para demostrar con pruebas que se haría lo que nunca se hizo. Ocurrió lo contrario. Se procedió como siempre.

El Presidente sabe que él y su partido no cuentan con los votos requeridos para modificar la constitución y viabilizar su repostulación. Pero también sabe qué se hace en este país para lograrlo. Está dispuesto a transitar ese camino.

La reelección significa más que su simple continuidad en el poder. Ratifica las ataduras que podían, en un pasado reciente, servirle de justificación para no actuar en determinadas direcciones. ¿Acaso es que esas cosas no son de su interés?

 

El Nacional

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