Opinión

Los fondos públicos

Los fondos públicos

De hecho, todo funcionario debe estar preparado para rendir cuentas cuando instituciones como la Procuraduría General de la República, el Congreso Nacional, la Cámara de Cuentas, la Dirección General de Integridad y Transparencia Gubernamental, la Dirección General de Compras y Contrataciones, la Procuraduría Especializada contra la Corrupción y otras.; adjunto a la sociedad civil (acogiéndose a lo establecido en la ley de Libre Acceso a la Información Pública), requieran de su presencia o soliciten cualquier documento relativo al rumbo que ha tomado el dinero del Estado.

Todas las instituciones mencionadas están obligadas, por mandato de ley, a poner en prácticas cuántos mecanismos de controles y fiscalizaciones tengan disponibles para hacer que todos los funcionarios, sin excepciones, respeten los fondos públicos, y no los utilicen caprichosamente como si fuese dinero de su propiedad.

Siempre existirá la posibilidad real de realizar una gestión administrativa eficiente y eficaz; digamos que con las puertas abiertas para que puedan entrar los órganos de vigilancia, control y fiscalización, ya sean del ámbito público (gobierno) o del litoral privado (sociedad civil).

Naturalmente, todo dependerá de hasta dónde llegará el comportamiento ético y la firme decisión del funcionario de transparentar todo lo concerniente a los fondos públicos.

Bajo ninguna circunstancia puede olvidarse que el artículo 146 de nuestra Constitución, en su numeral 1, de manera taxativa, expresa que: “Será sancionada con las penas que la ley determine, toda persona que sustraiga fondos públicos o que, prevaliéndose de sus posiciones dentro de los órganos y organismos del Estado, sus dependencias o instituciones autónomas, obtenga para sí o para terceros provecho económico.”

Es verdad que todas las personas somos portadores de fortalezas y debilidades; mas eso, jamás, podría significar que nuestras debilidades sean tan poderosas como para llevarnos a actuar sin escrúpulos cuando se nos presenta la oportunidad de administrar fondos públicos.

Entonces lo correcto sería ponerle, desde un principio, límites a los auspiciadores de las malas prácticas en la administración pública, es decir, a los corruptos y corruptores.

El Nacional

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