Opinión

Los maravillosos fenicios

Los maravillosos fenicios

Heródoto, considerado el padre de la Historia para la mayoría de los estudiosos, y para una minoría reverenciado como el verdadero precursor de la novela y el relato, describió a los fenicios como un pueblo botado al mar, asegurando que, inclusive, llegaron a realizar la circunnavegación del continente africano.

Aunque sólo se conoce la raíz de su comercio (una raíz mediocre en cuanto a arte, ya que se limitaba exclusivamente al funerario o religioso), muchos historiadores explican —no racionalmente en la vertiente histórica— que el circo, las baratijas y la pronta asimilación cultural lograban doblegar a los pueblos visitados, incapaces de competir en calidad con sus productos. Sin embargo, los fenicios, cuya historia se remonta a 1,200 años antes de Cristo, justo cuando los pueblos cananeos de la costa mediterránea comenzaban a ser reconocidos con ese gentilicio, establecieron rutas comerciales y coloniales un milenio antes de Cristo, fundando a Cartago en el 814, y a Motya —una isla siciliana— en el 700. No obstante ser asediados por los asirios y babilonios durante siglos, los fenicios se enfrentaron a éstos y a los griegos, aliándose con los etruscos desde Cartago, así como a los persas, en las guerras médicas, que se extendieron por 14 años.

El éxito indiscutible de los fenicios se debió a sus barcos, que eran construidos utilizando maderas livianas y dotados de velas cuadradas, cuya propulsión se alternaba con los golpes de la doble fila de los remeros. La arquitectura naval fenicia era tan creativa, que fundaron para sus navegaciones de cabotaje barcos con quillas móviles laterales, hoy conocidos como catamaranes. Y fue debido a este enorme desarrollo naval que pudieron asentar colonias en los más importantes puntos del Mar Mediterráneo.

Pero en todo esto hay mucha imaginería y los reclamos egipcios representan un síntoma más sólido de verdadera presencia publicitaria, a través de los mensajes incorporados en el precursor del papel: el papiro, que engordaron poderosamente con la creación romana del Si Quis, el género que se convirtió en tradición para colocar avisos en las plazas públicas, y tal como se aplica actualmente para anunciar divorcios, pérdidas de títulos, con titulares similares: A Todos Nuestros Clientes y Relacionados, o A Quien Pueda Interesar.

Los Si quis se colocaban en las plazas públicas y dieron inicio a lo que se llama periodismo. Además, estos avisos sólo trataban de objetos perdidos, o que se deseaban permutar, y dieron lugar a que muchos esclavos versados los copiaran (al igual que las Annales Maximi, Acta Senatus y Acta Divina Populi Romani) y traficaran con ellos.

Estos hombres recibieron el nombre de gazzetieri y representaron la primera raza de periodistas y, ¿por qué no?, de publicitarios.

O sea, la vocinglería egipcia capaz de penetrar tan sólo el mecanismo auditivo humano, ahora alcanzaba la dimensión de lo visual en un recuento capaz de perpetuarse y dar paso a otros conocimientos, y el medio conocido como prensa, aunque limitado, daba sus primeros pasos.

El Nacional

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