Opinión

Los parques de Santo Domingo

Los parques de Santo Domingo

POR: Luis José Chávez
lj.chavez@gmail.com

 

“La ciudad es, ante todo, un conjunto de espacios públicos rodeados de edificios y de árboles”. (Jordi Borja)

Este aberrante fenómeno urbano se inauguró en el país en el año 1975 con la construcción del actual mausoleo de mármol del Parque Independencia, donde descansan los restos de los tres padres de la Patria: Juan Pablo Duarte, Francisco Del Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella. De hecho el Altar de la Patria formaba parte del Parque Independencia desde el año 1943, cuando el dictador Rafael Trujillo dispuso el traslado a ese lugar de los restos de Duarte, Sánchez y Mella desde la Capilla de los Inmortales en la Catedral Primada de América.

Hasta el año 1975, cuando se edifica el actual mausoleo a cargo de Cristian Martínez, el Parque Independencia siempre conservó su condición de principal plaza pública de la capital, donde tenían lugar importantes eventos patrióticos, políticos, sociales y recreativos. Se trataba del centro vital de la ciudad de Santo Domingo, un espacio público tan emblemático para los dominicanos como la Plaza Roja de Moscú, la Plaza de Armas de Lima, la Plaza de la Constitución de México o la Plaza Mayor de Madrid.

La excusa de cuidar y preservar la solemnidad del nuevo Altar de la Patria, que bien se podía resolver con una vigilancia permanente, sirvió también para restringir el acceso público a toda el área del parque mediante unas verjas que además tienen el efecto de obstruir el horizonte visual de todo el entorno.

Ahora es un lugar restringido para la gente, solo para pasar y verlo desde fuera o visitarlo en ocasiones especiales. El sentido de exclusión del Parque Independencia es tan obvio que las frecuentes exposiciones fotográficas que se montan en sus instalaciones se hacen para ser vistas desde fuera.
Si bien en el parque Independencia se alegó una dudosa razón de solemnidad, que terminó reduciéndolo a un ghetto de pordioseros, prostitutas y buscavidas, la practica se extendió rápidamente a otros espacios públicos, probablemente bajo la excusa inconfesable y perversa de que a menor uso público, menor inversión en el mantenimiento, incluyendo la iluminación, la vigilancia y la reposición de equipos.

Pero no solamente en los parques y plazas públicas. También se ha dado en el entorno de los edificios públicos: El Congreso Nacional, el Ayuntamiento del Distrito Nacional, el Banco Agrícola, el Palacio de Bellas Artes y el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte.

Paradójicamente, y talvez sin la intención deliberada de mostrar lo absurdo y aberrante de esta medida, una institución tan estratégica como el Banco Central de la República Dominicana ha mantenido sus dos principales edificaciones en el centro de la ciudad como espacios abiertos sin ninguna restricción para uso público.

El Nacional

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