Opinión

Luis Napoleón III

Luis Napoleón III

Elegido presidente de Francia, 27 años después de muerto su tío Napoleón Bonaparte. Las malas lenguas decían que el Emperador era su padre bilógico, quien fallece en Santa Elena el 5 de mayo de 1821 dejando un legado histórico que el sobrino recoge el 10 de diciembre de 1844, y reafirma cuatro años después en un golpe de Estado que trajo de nuevo la corona imperial a Francia.

Lo eligieron los bonapartistas por ser un Bonaparte, y los burgueses devenidos en capitalistas por su imagen de hombre de orden.

Mientras que las clases populares apostaron al ideario social que vendió como propuesta básica. Incluso sacó provecho de la aparente mediocridad que mostraba en una incapacidad expositiva. A políticos y financistas les atraía un tipo así, sin definición, de manera que fuera manejable, moldeado a su antojo y conveniencia.

Pasó casi toda su vida fuera de Francia, sin renunciar a sus sueños ni despegarse de los sentimientos que culminaron en el restablecimiento del orden imperial durante la Segunda República.

Había superado disposiciones legales que proscribían la herencia oprobia de los Bonaparte, sufrido exilios y una condena carcelaria. Se hizo ciudadano suizo, condición incompatible con la nacionalidad francesa.

Por tanto, no elegible. Transcurrido ese proceso, acaso depurativo o reivindicador, se alza con el poder pleno como parte de un fenómeno histórico explicado por Carlos Marx en El 18 Brumario de Luis Napoleón Bonaparte III. “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa”.

El Nacional

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