Opinión

Madrastras y brujas

Madrastras y brujas

Susi Pola

La literatura infantil tiene más madrastras y brujas crueles que madres bondadosas, un balance que ha sido cuestión de no pocos estudios, desde los conocidos análisis junguianos hasta la fecha, cuando se trata de averiguar que tanto pueden afectar los clásicos cuentos de Blancanieves, Caperucita y la Cenicienta, por ejemplo, en estas narraciones simbólicas.

Esta transmisión negativa, daña más a las niñas que a los niños, no solo por el rol de las madrastras – además brujas- como el caso de Blancanieves, también por los personajes femeninos, dependientes, victimados al extremo, como eternas sufrientes a las que, un apuesto príncipe las rescata indefectiblemente.

Por el contrario, los personajes masculinos, derrochan poder y fuerza y llegan a cambiar la vida de esas “pobres infelices” al convertirlas en “princesas”, todo gracias a ellos. En fin, una mirada de sumisión total para mantener a las mujeres en el marco de una cultura degradante e injusta.
Tengo una querida amiga que hace años se enamoró de un hombre divorciado con dos hijas empezando la adolescencia, y con su matrimonio, las incorporó al paquete de amor sin escatimar jamás esfuerzos para que fueran una familia feliz.
En estos días, la “nietrasta” de casi cuatro años, niña inteligente y despierta como ninguna, acabó por descubrir que su abuela que tanto quiere es la madrastra de su madre, y con tremenda sorpresa explicó que las madrastras son “viejas ancianas y brujas”.

En realidad, hay una diferencia situacional grande entre las familias biológicas, y las que son reconstruidas, ampliadas, parcheadas o como se llamen, y es que, el punto de partida de las primeras es el amor, mientras que las segundas tienen una pérdida como antecedente, ya sea un divorcio o la viudez, además del amor.

Un comienzo que marca las relaciones de la madrastra y los hijos e hijas de su pareja, al tener que bregar con las heridas emocionales de ellos y ellas.
Además, en una cultura mítica como la nuestra, en la que “madre hay una sola”, la madrastra no la tiene fácil, con muchos deberes y pocos derechos y en muchos casos, con la resistencia de la verdadera madre de esos hijos e hijas acogidos, que pone muy en claro que es ella la única titular.

Se nos hace difícil considerar todos estos estereotipos femeninos negativos como causa de violencia y muerte, por lo que necesitamos más razonamiento y menos reciclaje para que nuestras niñas y niños crezcan aprendiendo que el amor y el respeto, no son solo por sanguinidad. ¡Tenemos que cambiar el guión de este cuento!

El Nacional

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