Opinión

Madre, tu singular amor

Madre, tu singular amor

El domingo ya sé que fue el día de las madres en Francia porque en cada puesto de flores hay pequeños bouquets de rosas con una cinta que dice !Feliz Día de las Madres!

Amaneció con un sol radiante y Mónica se apresta a llevarnos a una feria de antigüedades donde espero poder encontrar alguna litografía de Juana de Arco. Ayer la anduvimos buscando en Rouen, el lugar donde la quemaron, pero no había nada significativo, más allá de las cien maravillosas casas del 500 que aún se preservan; el reloj de la plaza central que nos recuerda el centro de Praga, la catedral y desde luego el flujo incesante de la gente.

Por todas partes se oye el inglés, el alemán el portugués, son peregrinos que andan detrás de lo mismo que yo: la fuerza de Juana de Arco, el confiar en ganar cuando se piensa que hemos perdido; la certeza en el paso del tiempo para poner todo en su lugar.

Yo ando además detrás de mi madre. Sé que desde donde está me observa, nos observa y en cada momento feliz me hace un guiño. Encontramos su presencia en el coro de ancianas que cantaba como ángeles en el memorial de Juana, mientras un jovencito con síndrome de Down dirigía el coro desde su asiento. Ahí la señal era para Mónica, madre de los niños y niñas con parálisis cerebral que hoy encuentran en Nido de Ángeles el cielo que se les había extraviado.

Este domingo, Día de las Madres, José Antonio salió casi de madrugada para su oficina. Estaba inspirado, dijo, y parece que es en su oficina, tempranito los domingos, donde compone sus mejores piezas.

Imaginamos que esta vez escribe una canción para Mónica que estrenara esta noche, como hacen los cantautores cuando están muy enamorados de sus compañeras, o cuando le celebremos el cumpleaños en dos días.

Madre, maaaadre, tu inigual amor, amor, maaaaadre, madre, calmas todo dolor. ¡Qué importa que los de afuera, muestren ingratitud, deja que todos se vaaaaaaaaaaaaaaaaaayan, pero me quedas tú!
En el mercado de antigüedades, una anciana Edith Piaff canta Rien de Rien…No, nada de nada podrá acabar con la alegría de la existencia; y un francés con pinta de latino susurra Bésame Mucho.

Hemos cruzado, imperceptiblemente, la finísima barrera entre los tiempos. Y allá en la pared Salvador Dalí levanta su copa mientras Elizabeth Taylor sonríe enigmática.

Madre, madre, padre, sé que ustedes están sentados aquí, en esta mesa donde el vino y la música recobran su maravilla en la tierra. Hoy es su día. ¡Salud!

El Nacional

La Voz de Todos