Opinión

Malos augurios

Malos augurios

Las recientes rechiflas en Nueva York contra el ex Presidente Leonel Fernández, justas o no, constituyen un anticipo de lo que podría ocurrir en el país en la próxima campaña electoral, en la que participarán poderosos adversarios de quien ha desempeñado tres veces el más alto cargo público de la Nación.

Una de las causas de esas reacciones se debe a que el doctor Fernández, durante su ejercicio, asumió una postura de ilimitada tolerancia frente a amigos suyos señalados como corruptos, en lugar de apartarlos de su lado. Es decir, aunque no sea por comisión, se hizo cómplice por omisión en caso de que tales acusaciones se demuestren en los tribunales.

Eso que ocurrió en Nueva York, donde algunos grupos repudiaron con graves epítetos al doctor Fernández, podría multiplicarse a medida que se acerque la campaña electoral, lo que le restaría mucha credibilidad y reviviría viejas acusaciones, dignas de reflexión entre los votantes.

El doctor Fernández da por descontado que será candidato a la Presidencia de la República, por cuarta vez, a lo cual tiene perfecto derecho. Sin embargo, esto significa que ese empeño podría provocar serias grietas en el PLD, del cual es Presidente, en vista de que en su seno hay múltiples voces que abogan para que se modifique la Constitución y se permita la reelección del Presidente Medina.

Esto es sin contar con otros personajes que también aspiran, que podrían apoyar a Medina o volverse contra Fernández.

Esto sucede en un escenario donde todavía, a menos de dos años de las previstas elecciones, hay una oposición dividida sin perspectivas de unidad a corto plazo, pues sus principales dirigentes quieren a toda costa ser Presidentes.

Si eso sucede, uno se pregunta qué ocurriría en el país, donde el PLD se perfila como Partido Único, igual que sucedió en 1931 cuando surgió el Partido Dominicano y los otros fueron eliminados.

En 1930 también hubo una oposición dividida y una inercia entre los actores que debieron actuar y no lo hicieron, por las causas que fueren, aunque ninguno tenía el suficiente liderazgo para hacer frente a todos los males que sufría y aun sufre el país. Eso sucede actualmente en los dos partidos mayoritarios: todos significan más de lo mismo, con el agravante de que los que se promueven como “líderes” pertenecen a una generación anquilosada, desfasada de la realidad, por cuya causa al país le convendría muchísimo que se apartaran de la política.

En vista de tan malos augurios, todos deberíamos buscar caminos de avenencia para garantizar el avance democrático y el fortalecimiento de la paz.

El Nacional

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