Opinión

Mari Bras, in memóriam

Mari Bras, in memóriam

El poeta nos decía que Cuba y Puerto Rico eran de un pájaro las dos alas… ¡y Santo Domingo el Corazón!

La relación entre Cuba y República Dominicana, por ejemplo, se remonta, en la realidad y la leyenda, a los días del cacique Hatuey, que parece que fue el primer exiliado dominicano o el primer criollo que se fue por el mar en el “crucero” M y M.

Y ya sabemos lo de la bella(¿cómo era?) Guarina, que ni él ni ella tienen nada que ver con una galleta que vendían cuando yo era muchacho.

Pero… vamos a hacerlo un poco más histórico (con permiso del licenciado De Camps) y recordar la relación entre el Apóstol José Martí y el generalísimo (no lo confundan con RLTM) Máximo Gómez, el mismo bravo guerrero que liberó Cuba con las armas pero antes les había dado la espalda y la espada a los restauradores.

Cuba, la “Isla Fascinante (JEBG) fue siempre refugio de los perseguidos dominicanos desde los días coloniales pasando por los días independentistas hasta llegar a los exiliados antitrujillistas y los perseguidos (por los cobardes) a mansalva tras la Guerra de Abril.

Bueno, el caso es que el mismo trato han recibido los hermanos cubanos de parte de los dominicanos, también gestos que llegan a sumar siglos.

Igual con la vecina, hermana y orgullosa Isla de Borinquen, la querida “Portorro”, que ha sido un reservorio de patriotas dominicanos desesperados por las persecuciones políticas, los exilios económicos, la solidaridad internacional, etcétera.

Si fuéramos a recordar algunos casos recientes de aquí hacia allá, bastaría citar al comandante Enrique Jiménez Moya, y de allá hacia acá a los comandantes Delio Gómez Ochoa y Pablito Mirabal.

Me quedo brevemente en las relaciones entre Puerto Rico y República Dominicana, recordando rápidamente el recibimiento aquí al prócer José de Diego por parte del pueblo dominicano encabezado por la palabra mágica del señor Deschamps, y la amistad y apoyo que los próceres boricuas recibieron en Quisqueya de parte de muchos, principalmente el respaldo a los próceres Eugenio María de Hostos y Emeterio Betances por parte de Gregorio Luperón.

¿Y el apoyo en Puerto Rico a los antililisistas, a los antitrujillistas, a los derrocados de 1963, a los acosados de 1965, etcétera? Cortas son estas líneas para citarlos.

El artículo de hoy es a propósito de rendirle un homenaje póstumo a un puertorriqueño grande y sincero amigo del pueblo dominicano: don Juan Maris Bras. ¡Gracias!

El Nacional

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