POR: Domingo Porfirio Rojas Nina
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Olvidar es sinónimo de omisión, abandono, descuido, extravío, amnesia, inadvertencia, marginal y relegar. Muy pocas instituciones y ciudadanos recordaron que el 27 de febrero del año 1845, primer aniversario de la proclamación de la Independencia nacional, fue un día de dolor y lágrimas, con derramamiento de sangre patricia y libertaria en la recién creada República Dominicana.
En esa fecha, que debió festejarse con víctores, glorias, algarabía y júbilos, fue fusilada por órdenes del tirano presidente general Pedro Santana, la heroína María Trinidad Sánchez, adorada tía del fundador de la Patria, general Francisco del Rosario Sánchez, junto a su sobrino Andrés Sánchez, Feliciano Martínez, Nicolás de Barías y José del Carmen Figueroa.
A estos se les acusaba de un supuesto plan revolucionario, siendo juzgados por una comisión militar, integrada por Juan Esteban Aybar, presidente; Toribio Mañón, Marcos Rojas, Juan Rodríguez, Félix Mancebo, Juan Salazar y Prudencio Camellón vocales, quienes solicitaron la pena de muerte para la desdichada, y el secretario era José María Pérez.
La mártir y demás, fueron defendidos por los connotados abogados Félix María del Monte y Juan Nepomuceno Tejera, quienes interpusieron un recurso de gracias en su favor, el cual fue negado, y así cientos de solicitudes de instituciones y ciudadanos opuestos a la vil sentencia santanista.
Mujer excepcional, María Trinidad Sánchez cuando iba a ser ejecutada pidió a uno de sus amigos que le acompañaban en aquellas horas trágicas, lo siguiente: “Quiero que al morir cubran mi cuerpo, para que los hombres no puedan ver mis piernas de mujer”.
María Trinidad, murió valientemente, no permitiendo dejarse vendar los ojos, y después de la primera descarga, encontrándose herida, la heroína se puso en pie y dijo al pelotón de militares: “Acaben que no estoy muerta, acaben que no estoy muerta”.
En otro gesto grandilocuente de la heroína, fue negarse a declarar ante la comisión militar, no obstante la insistencia de varios de estos.
Los ministros que debían decidir sobre la solicitud de la gracia eran cuatro y estaban divididos. Dos de ellos, Manuel Cabral y Tomás Bobadilla estaban de acuerdo con el perdón, y así lo expresaron, y los otros dos, Miura y Jiménez por la ejecución de la sentencia a muerte.
Sin embargo, el presidente Santana decidía la suerte de la heroína, y cuando el ministro Cabral hacía uso de la palabra y quien estaba inclinado por la gracia, el anexionista Santana intervino diciéndole: “Don Manuel nosotros no debemos hablar por ahora, esperemos la deliberación”.
Don Manuel Cabral era un hombre de avanzada edad, íntegro y de mucho prestigio, a quien Santana quiso irrespetar, pues con esa actitud del déspota, fue sellada la ejecución de la pena de muerte contra la heroína, muriendo así y con alta voz diciendo a sus ejecutores: “Aacaben que no estoy muerta”.
Algunos dominicanos y dominicanas olvidamos situaciones que deben vivir impregnada en nuestras mentes y conciencias y dar a conocer hechos como el de María Trinidad Sánchez, que bien debía el Congreso Nacional designar una fecha del año como día de la heroína María Trinidad Sánchez.