Opinión

Mario

Mario

Orlando Gómez Torres

A veces las lecciones más importantes de la vida llegan en sus momentos más difíciles, y no se me ocurren situaciones más difíciles que ver la lucha de una familia contra una enfermedad catastrófica afectando a uno de sus hijos.

Hoy miles de niños y adolescentes en nuestro país libran una batalla por sus vidas contra enfermedades de difícil tratamiento enfrentando probabilidades frecuentemente insuperables. Es en la valentía de todos esos niños y adolescentes frente a ese desafío de donde derivan unas de las lecciones más valiosas de nuestras breves existencias.

La vida es corta, cruelmente corta, pero es lo único que siempre podremos reconocer como genuinamente nuestro. No obstante esto, en los vaivenes del tiempo y en la oxidación natural que provoca la rutina, no es inusual que perdamos la perspectiva y la tomemos por sentado. Nos permitimos distraernos por situaciones tan absurdas y nos dejamos envolver en los problemas más insignificantes, perdiendo de vista aquellas cosas que son importantes.

Es por ello que ver de frente el coraje de miles de niños y adolescentes dominicanos, y millones como ellos alrededor del mundo, que se levantan día a día a enfrentar un reto que sería infranqueable para cualquier adulto, nos llevan a la humildad sin que uno no pueda evitar mostrar otra cosa que no sea un enorme sentido de admiración por esos jóvenes.

Es inspirador ver la fuerza y determinación en sus ojos, ante situaciones que a cualquier adulto llenaría de pánico. Es más impresionante aún como sus acciones, su lucha y su aprecio por aquellas cosas que con tanta frecuencia ignoramos pueden impactar a las personas que le rodean y le acompañan en esas batallas.

La vida es corta, cruelmente corta, pero el mayor placer de vivirla es conocer personas, como esos niños y adolescentes, que nos pueden inspirar y nos enseñan a hacer de esta una mejor vida para ser vivida. Personas que con una acción o una palabra nos muestran el verdadero sentido de nuestra existencia; personas que nos otorgan el privilegio de conocerles y que a cambio nos enseñan más sobre nosotros mismos, sobre quiénes somos y sobre cuál es nuestro propósito con el simple hecho de haberlo entendido a través de sus ojos, a través de sus hermosas vidas y a través de su incansable lucha.

No existen palabras para describir lo inspiradora que para mí ha sido la vida de mi sobrino Mario, y nunca podré agradecer lo suficientemente todo lo que a través de ella me ha enseñado. Es y siempre será para mí un privilegio y un honor haber sido tu aprendiz. Siempre has sido más fuerte que todos nosotros. Te amo.

El Nacional

La Voz de Todos