Opinión

Martes 13

Martes 13

Pobres ciudadanos de este país de nuestros tormentos y nuestros amores, tan engañados por tantas personas y tan ilusionados con falsas expectativas. Colocan sus esperanzas en pésimas manos o confían en tonterías que no hacen más que perpetuar su calamidad. No se percatan, por razones comprensibles, que esas apuestas son pasajes sin retorno a la perpetuación del círculo vicioso de sus desgracias.

Hoy, martes 13, es uno de esos billetes que suelen adquirir aquellos que pululan por nuestras calles sin haber tenido la oportunidad de asimilar que no hay probabilidad más real para el fracaso que depositar el porvenir en cualquier albur que sea ajeno al esfuerzo personal, al trabajo tesonero y a la constancia irreversible. Claro que la buena o mala suerte existe, pero solo como elemento fortuito con el cual ningún ser humano sensato puede contar.

Esa práctica, en esencia soñadora, ingenua y superficial le fascina a quienes tienen el control de los destinos nacionales, tanto aquellos asentados en la esfera pública como los que desde el ámbito privado tienen tanta o más beligerancia en base al poder de incidir en las decisiones fundamentales de la nación.

Mientras más sus gobernados se refugian en una espera interminable e inconducente de soluciones quiméricas, suponiendo que su suerte cambiará por directrices trazadas desde ninguna parte, es muchísimo más fácil para ellos continuar preservando las causas fundamentales que determinan el anquilosamiento racional de los tontos útiles que, con su actitud desprovista de capacidades criticas, oxigenan y reciclan su permanencia en las posiciones de dominio.

De esa forma surge, se mantiene y continúa el ciclo infinito de la subordinación frente a un poder y sistema que se benefician de una estulticia que jamás han pretendido hacer desaparecer a sabiendas que junto con ella se irían todos los que no podrían sustentar su predominio en un escenario dotado de vocación de exigir rendiciones aun sean mínimas de unas cuentas que hace siglos son llevadas con desprecio absoluto de quienes son sus auténticos dueños, pero lo desconocen.

Así que olvídese de martes ni viernes 13, de usar prendas de vestir especiales, de hacer o dejar de hacer cosas en función de fechas que traen las mismas horas e idénticas problemáticas que todas las demás.

Mejor dedíquese a crear la conciencia necesaria de que en cualquier día del calendario, lo trascendente es intentar revertir un estado de cosas que le imposibilitan desarrollar sus enormes potencialidades.

El Nacional

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