Opinión

Más que gay

Más que gay

La preferencia sexual de una persona, en una situación ideal, no debe ser elemento a considerar en la valoración de sus acciones, ni las negativas ni las positivas. Debe analizarse el caso específico, la actitud de cada quien ante un episodio o acontecimiento. Algo debe ser bien o mal evaluado por el hecho en sí mismo, no por las costumbres, hábitos o inclinaciones de sus protagonistas.

La designación de un embajador de los Estados Unidos en el país, que es un activista por los derechos de los homosexuales, ha desatado un maremoto de opiniones que tienen como fundamento las mismas duplicidades de siempre, procedentes de muchas personas e instituciones que no tienen el reparo de visualizar los terribles dramas en los cuales ellos o sus organizaciones están involucrados, y se explayan contra quienes juzgan mal a partir de sus particulares e hipócritas convicciones.

Al embajador designado hay que dejarlo llegar, que realice su trabajo y, en función exclusiva de eso, defender o rechazar las actuaciones que asuma en tanto y en cuanto representante de su especial país, jamás por lo que haga o deje de hacer en el ámbito de su vida privada, con la cual puede hacer lo que más placer le produzca y eso hay que respetarlo. Veremos cómo, los que más han criticado la elección, serán los primeros en continuar procurado ser beneficiarios del postín que en esta nación proporciona proyectarse como participante de las actividades de “la Embajada”. ¿Acaso dejarán de asistir a las fiestas del 4 de Julio, o a la inauguración de su nueva sede? Acepto apuestas.

No obstante, he tenido diferencias de criterio con amigos de la comunidad gay en el país porque disiento de la reacción que han tenido ante los hechos que estoy narrando. Considero que ellos han contribuido a que se resalte la preferencia sexual de la persona al proclamar que esa condición ha sido determinante para su designación, cuando lo cierto es que no es así. Deben postular porque eso pase desapercibido, que se acepte como algo normal.

Un nombramiento como embajador es un hecho de naturaleza política y el Señor James Brewster se ha involucrado en esa actividad, siendo uno de los principales recaudadores de la campaña por la reelección del Presidente Obama. No dudo que su calidad de activista gay le facilitara esa recaudación, pero para ser nombrado diplomático, aseguro que es más, mucho más que eso.

El Nacional

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