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Más sobre lo simbólico en la poesía del arzobispo

Más sobre lo simbólico en la poesía del arzobispo

La disposición para el símbolo es facultad propia de los humanos. Esta capacidad – se ha dicho- permite, no solo al poeta, “interpretar y modelar la realidad y, por tanto, trascender los límites sensoriales”. El poeta Freddy Bretón Martínez se vale de símbolos que representan objetos y seres materiales para ir a lo profundo, a lo interior de las cosas, donde solo se puede ver con ojos interiores.

Agua, peces, aves, fuego, árboles, hombres y mujeres protagonizan esta poesía y sirven frecuentemente como elementos simbólicos para que el poeta exprese sus pensamientos y sentimientos. El padre Manuel Maza, en el prólogo a la primera edición de “Bandera de algún viento”, en referencia a la poética bretoniana, ha afirmado que “brota la savia dominicana por las estrofas”.

El poema “Árbol podrido” representa una perfecta simbología de la vejez, y no es el único en el volumen que hace mención de esta etapa de la vida humana.
La primera estrofa:
Qué frutos darás árbol podrido
si hasta la raíz el gusano cruel
ya te ha mordido.
La última estrofa:
Más, quién iba a decir
árbol podrido
que habrías de sonreír
ya desvaído
mirando la plantita
que, aferrada a tu vientre
hundiendo su raíz
recién ha florecido.

Lo simbólico se manifiesta de manera muy particular en el poema “Árbol de la Ribera”, de aparente simpleza, que mediante una lectura literal, podrá pasar ante algunos lectores como un poema al árbol, elemental, llano, “claro como una lámpara, simple como un anillo”, para decirlo con palabras de Neruda.
El final del poema cambia el rumbo del mismo.
Veamos un fragmento:

Árbol de la ribera,
las puntas de tus raíces
hacen cosquillas al río
que quisiera detenerse
a juguetear contigo
o recostarse a tu sombra
huyendo de los estíos.
Entrégale tus aromas
tus hojas y tus quebrantos
pero si viene en crecida,
cuida te encuentre firme
no te espante su voz ronca.
Cuida no te halle dormido
árbol que llevo aquí dentro,
tan parecido a mí mismo.
Ni el nombre de Dios ni el de Jesús aparecen con frecuencia en los poemas de monseñor Freddy Bretón, sin embargo, el obispo Roque Adames, quien fuera intelectual de recia formación, al comentar el poemario “Voces del polvo”, en su primera edición, 1993, asegura: “Estas 17 poesías son un magnífico resumen de altura teológica, de cercanía de Dios, de estro poético. Se podría condensar esta parte en los solos versos ‘La puerta de tus ojos’ que expresa: ‘Ábreme la puerta de tus ojos/ llévame a tus luces interiores”.
En su concepción más elemental, del símbolo se dice que marca un vínculo de identidad con una entidad, por lo común abstracta, a la que evoca o representa. La oveja es símbolo de mansedumbre. La cristiandad, entonces representa a Jesús con un cordero.
Precisamente Jesús, quien fue muy dado a emplear en sus sermones figuras retóricas tales como la parábola y la alegoría, en las que relaciona una realidad abstracta o desconocida con otra que resulta ostensible, es representado por otros elementos de la vida material, ya sea la vid, la luz del mundo, la sal de la tierra, el agua viva o el pan de vida.
Del poemario “Bandera de algún viento”, quiero señalar un texto. El autor solo lo ha titulado con una palabra de una sílaba: Él.

Él está en medio de todos.
Reparte el pan de su trigo
Reparte el pan de su vida

La facultad del habla es la cualidad por excelencia del género humano. Primero el hombre se ha servido de esta cualidad para valerse en el desempeño de sus necesidades, luego surgieron otras formas para fortalecer las capacidades de comunicación y de establecer relaciones con los demás de acuerdo al interés perseguido con la comunicación.
Los símbolos, nadie lo dude, permiten expresar pensamientos con carácter de mayor permanencia y trascendencia en el interlocutor. El filósofo Fernando Savater ha señalado que: “El lenguaje es el certificado de pertenencia de mi especie, el verdadero código genético de la humanidad”.
A propósito de esto me surge una pregunta: ¿Es acaso el símbolo el código genético del poeta?
No digo que el símbolo sea exclusivo de la poesía, pues de él se valen múltiples actividades humanas, tan disímiles como la religión, la ciencia, el ejercicio del gobierno, la magia, la alquimia, la carrera militar o los deportes.
Unos símbolos se ciñen a cosas materiales y refieren un significado para una determinada colectividad, pero el símbolo espiritual, como el usado en la poesía, guarda incuestionable vocación de perpetuidad.
Vale observar que el arraigo de la enseñanza de Jesús debe mucho al poderoso influjo de su lenguaje simbólico, capaz de fijarse en la mente más limitada.
En la poesía de Freddy Bretón hay una vía que comunica lo simbólico con la realidad real, la problemática social y la preocupación que ella genera en el autor, porque en esta poética los símbolos están en sintonía con el mundo sensible.

El Nacional

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