Esa bebida nutritiva y refrescante conocida como champola, preparada con la pulpa de la guanábana – fruta cada vez mas escasa- y que desde niño disfruto combinada con leche, es una opción nutricional que apoya al estómago y todo el organismo cuando se ingiere acompañando otros ingredientes en el desayuno o la cena.
Antes que el modernismo y el avance de la tecnología insertara la batidora eléctrica en los hogares, hablar de champola preparada con un molenillo como era la tradición- involucra un desafío para la actual generación, y, por demás, un reto al ciudadano común, pues sin temor a equivocarme, champola y molenillo son términos perdidos en el lenguaje social y agrícola dominicano.
Y es que la globalización y el modernismo obligan al consumo de bebidas rápidas, muchas veces caseras (mabi, frío frío, limonada) otras veces elaboradas en la industria por franquicias (caso de las gaseosas) que empujan a desarrollar costumbres y estilos de complacencia psicoemocional.
Modernamente, en el lenguaje médico se habla del crecimiento en la población universal del Síndrome Metabólico, donde la palabra síndrome quiere significar la presencia de varias alteraciones en la misma persona que constituyen factores de riesgo para su salud y calidad de vida.
Así, tener al mismo tiempo la presión arterial elevada, estar en sobrepeso, presentar niveles elevados de los triglicéridos con disminución del colesterol bueno (HDL), elevación del azúcar en la sangre y una cintura en el hombre mayor de 40 pulgadas y en la mujer mayor de 35 pulgadas (88 cm), identifican a nivel internacional la presencia del síndrome metabólico y, claro, mayor riesgo de sufrir complicaciones cardiovasculares.
En un artículo médico publicado en enero en la revista Diabetes Care, se reporta la acción en el cuerpo del consumo diario con las comidas de gaseosa de dieta en una población de americanos residentes en Houston, Texas, estudiados desde el año 2000 al 2007 y donde se compararon con otros ciudadanos no tomadores de gaseosas.
El análisis fue realizado sobre la base de que estas bebidas son consideradas por la población en general como saludables por su pobre contenido en calorías y nutrientes y los resultados revelaron que en aquellos ciudadanos consumidores rutinarios de gaseosas Light tuvieron un riesgo de 36% de que se le presentara el síndrome metabólico, además de presentar un 67% de riesgo para desarrollar diabetes tipo 2 que generalmente aparece después de los 40 años.
El consumo de gaseosa de dieta diario asociado al sedentarismo y otros cambios en el estilo de vida, puede conducir al aumento de peso, a una alteración en el metabolismo de la glucosa y a un eventual desarrollo de diabetes, manifestó Jenniffer Nettleton investigadora PhD de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Houston en su articulo publicado online el 19 de enero.
Invito a los lectores a reflexionar sobre estas evidencias y dar mayor participación en la alimentación a los jugos de frutas naturales (chinola, naranja, limón, piña, melón…) cuando no aparezca la guanábana para elaborar la champola.
feluche@codetel.net.do