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Memoria de un  embajador

Memoria de un  embajador

El doctor Ciro Amaury Dargam Cruz, que es el referente del diplomático de carrera  por excelencia en acepción  planetaria, ha glosado medio siglo de experiencia en esa delicada asignatura, entregándonos Mis Huellas  en el Camino de la Diplomacia.

Es un obra de 305 páginas, ricas en vivencias, donde su autor, persona de finísimo trato y natural gentileza y educación y con un eco similar de su amable y distinguida esposa Sonia Roques Báez, consigue un resumen de 27 cargos, y 26 representaciones, que le han merecido 22 distinciones  y 25 reconocimientos, pruebas al canto de su eficiencia y honradez.

Dispone de si no un gran record un magnífico average de l8 desempeños de embajador, sin que siquiera una nota del menor llamado correctivo dispusiera nuestra Cancillería, en 50 años,  habiéndose manejado con  docenas de cancilleres, de distintos temperamentos y parcelas políticas, el doctor José Augusto Vega Imbert, canciller en el gobierno del presidente Salvador Jorge Blanco, el único que osó, sin motivos, mortificar a este ser humano pletórico de servicio a su país y gentileza para con todos, idéntico a su inolvidable progenitor, el doctor César Dargam, espíritu de servicio fundido en un  ser humano.

En su histórico trayecto diplomático, Ciro Amaury Dargam Cruz, doctor en leyes, con el apoyo y estímulo constante de su solidaria esposa Sonia Roques Báez, compartió experiencias y contactos con figuras políticas de relieve mundial, como el generalísimo Chiang Kai- shek, ante cuyo gobierno fue embajador; el general Juan  Velasco Alvarado, presidente del Perú, que trató de quebrar infructuosamente la coyunda miserable  de la oligarquía peruana en perjuicio de sus grandes mayorías paupérrimas.

Contactó en un momento estelar las figuras de los hermanos Fidel y Raúl Castro y al histórico primer director de la reforma agraria de la revolución cubana, el notable geólogo desparecido Antonio Núñez Fernández, a quien conocí  en Montecristi, cuando visitó nuestro país en l995, al celebrarse el primer centenario del Manifiesto de Montecristi, firmado en esa ciudad por el generalísimo Máximo Gómez y el apóstol José Martí.     

Contactó en Lima al general Charles de Gaulle, héroe de la resistencia francesa durante la ocupación de Francia por Alemania en l940, caudillo de la V República y gestor de la independencia de Argelia, que por poco le cuesta la vida.

Un pasaje impresionante en la memoria del embajador Dargam Cruz es su contacto con el general boliviano Joaquín Centeno Anaya, que fuera jefe del Ejército de su país en el momento en que fue capturado el guerrillero argentino-cubano Ernesto Guevara de la Serna, el Ché Guevara, en la Quebrada del Yuro, por tropas elites del ejército boliviano comandadas por el capitán Gary Prado Salmón,  y los Green Berets de Fort Bragg, y su posterior asesinato en la escuela de la aldea de Vallegrande, ordenado por el presidente René Barrientos Ortuño, que ejecutó el sargento José Reque Terán.

El general Centeno Anaya grabó la breve conversación con el idealista guerrillero marxista, y la puso a escuchar al embajador Dargam Cruz, en una reunión en Washington, D. C. luego de una conferencia en la OEA.

En una obra breve resumen de memorias de un diplomático de excepción, con los auspicios del canciller ingeniero Carlos Morales Troncoso y del gobernador del Banco Central, licenciado Héctor Valdez Albizu, se describen medio siglo de nuestras relaciones exteriores de l68 años de vida republicana, ocasión que nuestro competente canciller debiera aprovechar para editar el historial completo de nuestras relaciones exteriores, aprovechando la incumbencia del talentoso escritor  doctor Reynaldo Espinal , director de la Escuela Diplomática,  del brillante escritor  Danilo P. Clime , y otros intelectuales, y   editar esta importante obra.

El Nacional

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