Opinión

MI VOZ ESCRITA

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El paso avasallante de la dialéctica histórica tiene en la mirilla la vigencia de ciertos políticos de las dos últimas generaciones. En ellas hay pretendidos émulos de Nicolás Maquiavelo y José Fouchet que, en la práctica, son hijos legítimos de sir William James (1842-1910), cuyo legado filosófico se fundamenta en el siempre conveniente y utilitario pragmatismo.

Cualquiera pensaría que de él es el “brillante consejo” que un padre inglés le diera a su único vástago recién emancipado, según cuenta una anécdota que con el tiempo, de tan socorrida, casi ha adquirido categoría de verdad: “Hijo mío, hazte de dinero honradamente; y, si no, hazte de dinero”.

Sin embargo, uno de los requisitos “sine qua non” que debe llenar el pragmático, es conocer el nada fácil arte de “saber nadar y guardar la ropa”, a los fines de, como es el caso, sacar el mayor provecho a un supuesto enfrentamiento con el Poder que en el fondo tiene la vocación de caer rendido, tan pronto se impone la voluntad de quien proporciona los beneficios.

Parece que ese es uno de los fuertes de Danilo. De él se afirma que tiene un espíritu tan dúctil que en su afán por gravitar en la sociedad,  primero se enroló en una secta protestante, y, luego, sin ningún recato, eligió como líder, nada menos que a Pin Montás, el dirigente más sectario que registra la historia de la llamada izquierda dominicana. Ante tal saltimbanquismo y ausencia de decoro, ¿qué pensar?

Se me ocurre que otra vez reivindicó su actualidad la máxima: “el amor y el interés…”, recreando la diferencia abismal entre los valores morales y los intereses materiales. Con la imposición de Margarita, que vaticiné en febrero, queda demostrado que a Danilo, más que un Poder condicionado “hasta donde le dicen Cirilo”, le interesan los negocios. Por eso, acaba de reconocer que el jefe es Leonel, y que siempre estará dispuesto a la prosternación más abyecta con tal de seguir engrosando sus arcas…

El Nacional

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