Opinión

MI VOZ ESCRITA

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La diferencia, pensándolo bien

Pensándolo bien, como dice el bolemengue de Yaqui Núñez del Risco y del maestro Rafael Solano, es incorrecto llamar renegados a los “discípulos” de Juan Bosch que hoy dirigen los destinos de la Nación dominicana.
Pensándolo bien, ellos no han renegado de nada ni de nadie; pensándolo bien, de los tantos ejemplos buenos que ese prohombre de la literatura y de la política le legara, al país, a América y al mundo; de los muchos no tan buenos y de algunos condenables, (naturaleza de los humanos), resulta un tanto capcioso que sujetos que se sugieren de buena fe hayan escogido la mentira como estandarte.
Hay muchos tipos de mentira, v.gr.: En lo moral y religioso es de reprocharla; jurídicamente, es un potencial delito y hasta un crimen, cuando es perjurio y claramente daña. También existen las mentiras piadosas o, si se quiere, las mentirillas blancas, como las prefería llamar la fraterna y solidaria Elsa Expósito, hoy postrada y sin conciencia.
Sin embargo, hay una mentira que la gente olvida por lo sutil de su perjuicio. Es aquella que se puede llamar con propiedad, mentira de Estado; a la que se refiere con infernal descaro el genio incontestable de la propaganda política, Joseph Goebbels.
El Ministro de la Alemania nacional-socialista de Adolf Hitler dice: “Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad”. La diferencia entre el estadista ario y los anti dialécticos del PLD, reside en que mienten, mienten, mienten, pero no de manera adecuada, delicadamente. Son tan burdas sus mentiras, que el mejor polígrafo del mundo sin más ni más volaría por los elementos…

El Nacional

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