Opinión

MI VOZ ESCRITA

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Avance de la radiodifusión

 

La radiodifusión dominicana registra hechos de incuestionable avance. El primero fue el proyecto exitoso que empezó con La Voz del Yuna, en el entonces municipio Bonao, y que fuera el emporio artístico-cultural más regio y completo de la América Latina: La Voz Dominicana.

El arte universal y el folclórico en La Voz Dominicana tuvieron exponentes tan cimeros que ni los enemigos más acérrimos de la Era de Trujillo, se han atrevido a negar la condición de mecenas de Petán Trujillo.

Sus excéntricos arrebatos, y su supuesta impotencia sexual por su vida licenciosa, es otro asunto. Los que todavía ignoran la grandeza de esa meca de lo lírico y lo popular que ideara el preclaro hermano del Jefe con la intención primaria de promover su obra de gobierno, es bueno que se enteren de que, no obstante todas sus facilidades para el estudio y la profesionalización, nunca fue parasitaria del erario; siempre fue autosuficiente.

La calidad de sus transmisiones y la cobertura a todo lo largo y ancho de la geografía nacional, les garantizaba la efectividad de sus mensajes a los empresarios e industriales del sector privado de rancio establecimiento, como son los productores de ron, cerveza, cigarros y cigarrillos.

Sin embargo, es de orden apuntar que hubo una persona en la nómina de La Voz Dominicana que no fue un empleado cualquiera. Se desempeñó, nada más y nada menos, que como Asistente Personal del Director General, Teniente General J. Arismendy Trujillo.

Por supuesto, luego de burlar a las autoridades para llegar a la capital. Estaba expuesto a que le aplicaran la “Ley de las diez tareas” que, de hecho, existió para evitar que con el éxodo rural el entorno de Ciudad Trujillo se convirtiera en un cordón de miseria…

El Nacional

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