Los que creen que se las saben todas, y, quien sabe, si alegan una más, piensan que el presidente Danilo Medina es un estúpido con vocación cretinista; que aunque lo quiera disimular, es un preso de confianza de Leonel Fernández, incapaz de romper la cadena que lo ata a un designio indeseado.
No obstante, se me ocurre que están equivocados medio a medio; y que, sin quizás, tengo razones para pensar así, por cuanto no se necesita ser mínimamente inteligente para intuir lo que el titular del Ejecutivo pudiera tener entre manos, a título de plan alterno.
Los hechos que, en verdad, son más elocuentes que las palabras, han dejado al desnudo una suerte de estrategia a corto, mediano y largo plazos del señor Presidente, ya activada, que no tiene porqué fracasar, puesto que fue muy bien estructurada.
Si se retrotraen y analizan en frío ciertas actitudes posteriores al éxito obtenido en los últimos comicios con la conspiración ensamblada en contra del candidato perredeísta, es fácil concluir que la sorpresiva desaparición y el mutismo de Danilo, no fueron casuales; que se debieron al acoso a que fue sometido por los aliados del Bloque Progresista.
Si yo fuera Peña Guaba, González Espinosa, Luis Acosta (El Gallo), Zorrilla Ozuna, Andrés Vanderhorst o cualquier otro marchante de la compra-venta Leonel, me miraría en el espejo de Miguel Vargas, Elías Wessin Chávez y Pedro Corporán, y raudo, como una saeta, pondría mi barba en remojo…