Opinión

Mi voz escrita

Mi voz escrita

La renuncia de Margarita Cedeño de Fernández a la aspiración de ser elegida candidata por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) al igual que cualquier hecho de cierta importancia, tiene varias lecturas. Sobre todo, cuando las circunstancias de que habla Gasset, acechan para dejar al desnudo la verdad a contrapelo de las inducidas apariencias, jamás desinteresadas.

Apegado a lo que afirma Martí sobre la importancia de las cosas en el quehacer político, se me ocurre que lo dicho y escuchado de la glamorosa primera dama, después de la magistral presentación que de ella hiciera en el Comité Central del PLD, la hija de Amado Melo y Ligia Quezada, maestra orgullo de la Villa de Salvaleón de Higüey, es lo menos trascendente de cuanto subyace en el proceloso mar peledeista.

Según lo que uno puede inferir, todo lo que parecía serio ha devenido en una suerte de pantomima divertida, no por el histrionismo que debe caracterizarla, sino por la ausencia total de creatividad, hasta para dejar “comiendo bolas” a los incautos y descerebrados  en la búsqueda de simpatías a través del mensaje subliminal tan efectivo, cuando la publicidad se maneja con criterio profesional.

Desde siempre, “despetalar”, término que si no existe acabo de inventar, una margarita, que nunca deshojarla, como se dice comúnmente, ha sido jugar a la eventualidad, a lo casual, a la suerte. ¿A quién se le ocurrió la “brillante” idea de vestir de Margarita a la esperanza, que en sí misma es una quimera, para que por encanto sea presidente.

Es la parte simpática del asunto, la realidad es que lo de la dama del despacho no es más que una estrategia del presidente Fernández que comenzó a ejecutarse con la escaramuza-táctica de la última reunión del Comité Central para condicionarle el paso a Danilo ante la imposibilidad de enfrentarlo con éxito. ¡Peso a cabo ´e túbano! a que Margarita Cedeño  es la compañera de boleta del candidato del PLD.

El Nacional

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