Reportajes

Modernidad Influencia en la psiquis social

Modernidad Influencia en la psiquis social

Lo que está sucediendo en la República Dominicana en cuanto a los variados procesos revolucionarios en camino no tiene precedentes históricos.

El hecho de que no se haya mencionado jamás el inicio de una revolución anticorrupción se debe probablemente a la irrelevancia de los casos, mínimos, hasta el grado de que no hay un solo funcionario oficial implicado, procesado o bajo sospecha de haber metido las manos donde no es debido.

Por tanto las instancias que funcionan para perseguir la corrupción administrativa son, dicho con espíritu de justicia, tal como se ha precisado, decorativas y que Transparencia Internacional, que nos coloca en ese renglón por todo lo alto esté infiltrada por el “comunismo internacional” (perdón, eso era antes), más bien es porque no han probado el hipnótico sabor de la entretenida corruptela dominicana.

Hay aquí una sucesión de revoluciones, incluida la democrática, pese a los consistentes amagos de reformar la ya reformada -a la Carta, es decir, a como diga el cliente- Constitución dominicana.

Hay una revolución dialoguista, garantizada por el liderazgo del Diálogo Nacional y la alternabilidad que apenas desde 1970 se encuentra en el mismo cargo académico.

La otra, no menos sopesada y elaborada fríamente, es decir, en los mejores lugares gourmet del país, sin participación de la plebe perturbadora, es la constitucional.

Hay por de pronto un récord de reformas constitucionales para caso y acomodada al momento como corresponde a esa visión tropical, muy del patético gusto nacional.

Eso es revolución de la mejor que debe servir de orgullo ante propios y extranjeros.

La revolución democrática, de su lado, no admite discusión: el Congreso, democráticamente, siempre cumple a cabalidad lo que diga el jefe, y la oposición apenas se pronuncia sobre una serie de males agravados, lo que hace temer que sólo se trate de exageraciones mediáticas como la elevada pobreza, la criminalidad, los asaltos y las deficiencias administrativas.

Es posible que vengan de fuera a empaparse de este gran proceso revolucionario y llevarse el gran esquema ejemplar para su aplicación inmediata.

Debe de haber aprestos de otros esfuerzos evolutivos por el estilo pero como ha de tratarse de cosas de Estado no se dan a conocer almo. Podemos esperar otras sorpresas increíbles.

Las exageradas preocupaciones sobre el presente pueden ir menguando e incluso echarse a dormir dado que tenemos en marcha una revolución educativa -pese a los desmentidos que insiste en mostrar la terca realidad de las cifras más frías y los datos que manejan los organismos internacionales.

Se encuentra sobre rieles una segunda revolución, la cultural, pero parece que el pueblo no se encuentra debidamente enterado aún cuando es el eje primordial de todo lo que en el mundo se llama cultura.

No hay que mencionar la revolución económica, por ahora, porque esa se puede dejar estratégicamente para las cercanías de mayo del 2012 cuando, echando unos millones rendidos de pesos a la calle, se podrá dar la impresión de abundancia, bienestar y cuarto en efectivo para gastar a manos llenas con el jubiloso público.

Jubiloso público que una vez más va a reaccionar hipnotizado por los prodigios políticos en perspectiva y ya en acto si es que no ocurre otra vaina, de esas temidas o presentidas que como un milagro inverso conviertan en agua el vino.

No debe olvidarse en una crónica que anhele el respeto ajeno como ejercicio de paz la revolución anti narcótica que ha permitido arribar al país en años recientes drogas por un escaso valor: apenas un poco más de cinco mil millones de dólares. Pero como esa moneda ha sido tan despreciada en los mercados internacionales últimamente no hay que andarse de exagerados respecto a ese tema crucial.

Como a las navidades les sucede una gris resaca, casi siempre ocurre que el fenómeno se repite con las elecciones cuya posteridad se torna recesiva en vista de que como ya el tiempo de los líderes mítico s que movían multitudes con escasa inversión relativa, ahora hay que gastar fortunas verdaderas.

Eso de que quien no tiene para costearse una campaña prolongada no va para ninguna parte no es un juego.

Ahora se es millonario o no se es candidato, lo cual facilita inversiones de todos los colores, de todas las intenciones, de todas las cuentas abiertas y amuralladas.

Pero esos huecos oscuros que deja la fiesta electiva se pueden cubrir con un nuevo y ventajoso préstamo (ventajoso, claro está, para quienes prestan, que adquieren patente de corso hasta para dirigir los acontecimientos políticos).

Falta por mencionar la revolución tecnológica pero esa también se deja para no saturar el escenario y porque además siempre habrá “desorejados” que van a hablar decir que se está exagerando cuando ya se ve ante el mundo que nos acercamos al Brasil, para sólo mencionar un caso, en materia de adelanto a todos los niveles.

Basta ver detenidamente -y de ese modo desengañarse rotundamente- el complejo de bacinillas y poncheras de un bello y reluciente color metálico que adornan algunos campos y áreas barriales con los cuales se captan las señales parabólicas de televisión, para comprender las características de esa grande y discreta revolución que muchos en el exterior desconocen y que aquí muchos desconsiderados se atreven a negar y a objetar.

La radio va en la misma sintonía:

Ahí se pueden escuchar, su hay cassete disponible y no falta la memoria, canciones como “llegó el obispo de Roma, qué cosa linda, qué cosa mona” que se atrevió a cantar Paquita Escribano al regresar del Vaticano, donde fue exquisitamente recibido y homenajeado por el papa Pío XII el autonombrado generalísimo, olvidando el humorista cuales son las características de una tiranía.

Pero lo del récord de salidas al exterior que pudieran dar a pie a esa jarana bien puede inscribirse dentro de las revoluciones viajeras y en ese contexto, colocarlas en la categoría de “inobjetables”.

Incluso, estas tandas de revoluciones juntas, que pudieran llegar a constituirse en el asombro del mundo, bien pudieran dejarse para cuando haya una docena, reunirlas en un importante evento (¿quién sabe si llega a proponerse como “Nueva Feria de la Paz”) y así salen más baratas.

Preciso es, de todos modos, que aparezca algo de sobriedad en todo esto, ya que como se festine la palabra revolución ésta puede resentirse de putrefacción y al final no servir más que para usos íntimos y privados en un pequeño cuarto higiénico, con muchos objetos de loza blanca y otro pequeño objeto (frágil y enrollable) que, ahora escrito y aprobado congresionalmente, en su momento fue considerado por el caudillo de ocasión un pedazo de papel.

PERFIL

Los nuevos políticos

En la exposición de sus expresiones  literarias, el autor señala: “Ahora se es millonario o no se es candidato, lo cual facilita inversiones de todos los colores, de todas las intenciones, de todas las cuentas abiertas y amuralladas”.

El Nacional

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