Opinión

Monegro

Monegro

Ernesto Guerrero

El ta’muerto pero ta’vivo, más bien lo que esta es vendío. Así definía Doña Ana, al interlocutor que llamaba frecuentemente por teléfono, para hablarle pendejadas. El dialogo era de esta forma -Ring, aló, quién es? – Pausa…aló, de repente, una voz ronca dice: -soy yo, Monegro, y quiero hablar a la señora. -A quién? -la señora, la señora Erzilí. y agregaba, mucha tierra!, mucha tierra!. – Aquí no hay nadie con ese nombre. -Si, Erzilí la diosa, está en todas partes. Mucha tierra! mucha tierra!. Colgaban.

Al cabo del tiempo venían las preguntas. -y donde esta Ud.? -Mucha tierra!, mucha tierra!, estoy abajo, y quiero hablar con Erzilí, para que interceda con Dantor y me dejen salir. -Pero Ud. ta’ enterrao? -No, estoy aquí con Guedé, Barón, Belié Balkan, y Cheché Colé. Mucha tierra!, mucha tierra!. Estamos vigilados por la cofradía; estrella de David y lucero de la mañana, que tiene un arca de alianza entre ellos. Espera… Barón me llama. Colgaban.

De regreso a la casa los fines de semana, Ana todo alborotada contaba a toda la familia sobre sus conversaciones con Monegro. Eufórica decía que Monegro estaba en el purgatorio, que era un alma en pena que llegó al Vaticano y el Papa fue electo solo cuando desapareció “hu-monegro”.

-Don Monegro, por si acaso, no ha visto Ud. a Bienvenido, mi difunto esposo? Ese ingrato dijo que iba a volver a darme el número de lotería y todavía na’. -Ud no puede ayudarme con eso? -Anota, la biblia tiene 66 libros, réstale tu edad y súmale 7, ya que siete son las potencias y siete son los misterios. -Pero primero mete siete gatos en siete sacos, encarámate a la mata de naranja, igual que Tatica y recita la magnífica al revés.

Después de varios meses, decidimos parar el juego. Nunca le dijimos que era yo quien llamaba. (tampoco lo hubiera creído). El próximo miércoles 2 de noviembre, cuando ustedes se comuniquen con sus difuntos, pregúntenle por favor, si alguno ha visto a Monegro y sobre todo a Bienvenido que Ana con muchos arañazos y clavada por espinas, todavía espera su lotería. Mucha tierra!, mucha tierra!.

El Nacional

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