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Movimiento literario  concretista

Movimiento literario  concretista

Quizás el movimiento literario más significativo de la literatura brasileña por lo prolongadas que han sido sus influencias en  las artes, del pensamiento y la cultura del Brasil, haya sido el concretismo.

Aunque al principio rechazaron el nombre de futuristas, con el que se les señalaba despectivamente, acabaron por aceptarlo como insignia de rebeldía.

Naturalmente se identificaron, en mayor o menor grado, con determinadas actitudes vanguardistas europeas.

El movimiento modernista, siguiendo para efectos de claridad expositiva la división que de él hace Afranio Coutinho, en su libro “La moderna literatura brasileña”, en el que la  divide en  modernismo, (1922 a 1930), postmodernismo (de 1930 a 1945) y neomodernismo (de 1945 hasta nuestros días).

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La poesía concreta fue el primer acto de  vanguardia en la literatura brasileña

El brasileño Haroldo de Campos fue el creador de este movimiento que surgió a principio del siglo XX, y que se extendió a Europa y Asia

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La poesía concreta fue el primer movimiento de vanguardia en que la poesía brasileña desempeñó, de acuerdo al análisis de Haroldo de Campos.

Dado a conocer oficialmente en 1956 por el grupo Noigrandes (Augusto de Campos, Décio Pignatari, Haroldo de Campos) de Sao Paolo junto al poeta suizo, de origen boliviano, Eugen Gomringer, la nueva poesía se expandió por varios países de Europa y de las Américas, habiendo llegado, inclusive, a Japón, a través de los poetas Kitasono Katsue, Seuchi Niikuni y Fujitomi Yasuro.

En Brasil, particularmente en Sao Paulo, metrópolis multilingue, había, en los años 50, según Haroldo de Campos, “un contexto especial, favorable a la eclosión del movimiento”. El “constructivismo”—teniendo como “metáfora epistemológica” la creación de Brasilia, obra del arquitecto Niemeyer y del urbanista Lúcio Costa, era el telón de fondo propicio a la conjunción de las artes.

Haciendo una síntesis de la poéticas de la modernidad a partir de Mallarmé (Un coup de dés, 1897), y Finngans wake (1939) de Joyce, la poesía concreta brasileña se proclamaba “verbi-voco-visual” y rompía los límites de la “bellas letras”.

El Nacional

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