Opinión

Mujer, mujer

Mujer, mujer

La Conferencia del Episcopado Dominicano, destina en su carta pastoral del pasado 21 de enero, una parte a destacar algunas de las realidades de la mujer en la sociedad dominicana.

Una parte de ese material fue usado para este artículo en ocasión de la celebración mañana del Día Internacional de la Mujer.
El deterioro familiar ha incrementado el liderazgo femenino en los hogares. Nuestro país, en el marco latinoamericano y caribeño, posee uno de los más altos niveles en disolución marital.

El Sistema de Cuentas Nacionales (SCN) reconoce el trabajo doméstico, no remunerado, como productivo. Pero no lo registra en el sistema como aporte económico, como sucede en otros países. El 96.5% de estas labores son realizadas por mujeres”.

Es de alabar el hecho de que la mujer dominicana cada vez más se preocupa por su propia formación y desarrollo.

Con su capacitación profesional, como lo testimonian las graduaciones universitarias (62.8% mujeres, 37.2% hombres).

Otra nota positiva debemos destacar la labor que en nuestra sociedad realizan muchas mujeres en todas las áreas profesionales. Con su trabajo, disciplina y pensamiento, aportan eficazmente el desarrollo dominicano. Varias figuras femeninas descuellan en la promoción de valores humanos y cívicos, enalteciendo el ejercicio y la ética profesional.

Es importante destacar que también en el campo de la política se está tomando conciencia del aporte que la mujer con su especial sensibilidad humana, puede dar a la sociedad.

Así lo muestran los datos de la recién pasada contienda electoral del 2016. El 44.32% de las candidaturas para todos los cargos fueron mujeres, y el 55.68% hombres. Con esto se ha demostrado que la participación de la mujer ha sido clave en los gobiernos locales.

Hemos de reconocer también el aporte que dan a nuestra economía nacional muchas de nuestras mujeres que han tenido que sufrir el problema de la migración. El 54% de las remesas recibidas en el país, a través de canales formales, provienen de mujeres migrantes.

Son heroínas nuestras mujeres más pobres, madres del campo y de los barrios de nuestras ciudades, que poseyendo menos estudios y, consecuentemente, con menos posibilidades de trabajo formal, viven una vida de muchos sacrificios, trabajando duramente en medio de precariedades para sostener sus hogares.

El Nacional

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