Opinión

Mujeres en la Restauración

Mujeres en la Restauración

Revisando la cronología de los hechos donde se involucró Gregorio Luperón en la guerra restauradora,   vemos inmerso en situaciones como: asiduos episodios bélicos, persecuciones, apresamientos y exilio, pero   jamás dejó de protestar, denunciar y conspirar contra la anexión.

Al igual que juan Pablo Duarte y los trinitarios, entendía que el país podía ser libre e independiente. En su ideario, se puede leer que: “La entereza del patriotismo da, muchas veces, la habilidad práctica, y esta es el poder más invencible del carácter nacional dominicano”.

Pero Luperón no estuvo solo, hubo mujeres y  hombres de grandes méritos, como Santiago Rodríguez, Gaspar Polanco, Benito Monción, y otros valientes. En cuanto a las mujeres en la guerra restauradora, poco se conoce de su participación.

Los historiadores, en sentido general, desdeñan los aportes de las mujeres.

En el libro “La historia con Ojos de Mujer”, una producción de Carmen Rosa Hernández, Iluminada González, y Miledy Pringle, se dan a conocer los nombres de varias mujeres que, en el proceso de la lucha por la soberanía, hicieron aportes de relevancia. Una de estas mujeres fue María Catalina Encarnación, quien procreo 14 hijos. Ella los motivaba para que participaran en la lucha. Cuatro de sus hijos murieron en el combate, y se indica que nunca lo lamentó. Sus dos hijas también servían en distintas actividades de apoyo logístico para los preparativos revolucionarios.

Antonia Batista convirtió su casa en punto de reunión y coordinación para el movimiento restaurador. Además, lavaba, cocinaba y atendía a los heridos del bando nacional. De igual modo se menciona a María Pérez, esposa del general Florentino, y este la adiestraba en el manejo de la espada y también en algunas tareas de la guerra.

Las investigadoras reseñan también a Águeda Rodríguez Salcedo, quien, al igual que su esposo, perteneció al movimiento restaurador. Ella dispuso vender sus bienes para comprar armas y municiones para la guerra restauradora. También  hacia de enlace entre el grupo de revolucionarios que operaban desde Cabo Haitiano y los revolucionarios que operaban en el país.

Mujeres hubo que, como Encarnación Echavarría, luchó junto a su esposo, Félix María del Monte. Su sensibilidad le llevó a escribir el soneto: “A mi patria”. Escribir un poema en momentos como esos, es un acto de genuina sensibilidad que orienta  y da ánimo en el combate.

Hay que recordar a Encarnación Mota, hija del general Manuel de Regla Mota, quien al momento de la Anexión, en 1861, enarboló la bandera española, ocasión que Encarnación Mota aprovechó para protestar públicamente contra su padre, quien, a su juicio, oscurecía su reputación con un hecho que condenaba a la patria.

Desde la visión de género, rescatar la memoria, es labor política  encomiable.

 

El Nacional

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