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Mujeres y salud

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El sexo en las mujeres no tiene por qué ser lesivo

Una de las afecciones más comunes relacionadas con los genitales y el aparato urinario de las mujeres es la llamada cistitis de la luna de miel. Se le ha dado esta nominación, un tanto difusa, por la relación causa-efecto entre esa etapa particular en la vida de algunas mujeres y la aparición de esta patología. La cistitis de la luna de miel es una infección de las vías urinarias.

Cistitis: causas y síntomas

El término “cistitis de la luna de miel” no es más que una forma eufemística que recuerda una de las causas frecuentes en la aparición de esta inflamación de la uretra: la actividad sexual.

Echando mano del cliché que asocia el disfrutar de un tiempo prolongado de intimidad en pareja con el disfrute de un mayor número de encuentros sexuales, esta etiqueta indica que el coito es uno de los factores capaces de desencadenar una inflamación urinaria. Ello se debe a que, durante su práctica, la uretra puede llegar a ser golpeada o rozada de forma brusca.

Por eso, no es raro que muchas mujeres presenten escozor o dolor al orinar tras haber mantenido relaciones íntimas. En este caso, sin embargo, la afección no está causada por una bacteria o por el uso de productos íntimos agresivos para el pH de la piel femenina (tales como sprays higiénicos, compresas perfumadas o baños con diversos aceites).

Un elevado porcentaje de las mujeres en edad fértil y sexualmente activas son susceptibles de contraer la cistitis de “la luna de miel”. Sus síntomas, en todo caso, no difieren de los otros tipos de cistitis. El ardor al orinar, la fiebre, el dolor agudo y la necesidad continua de ir al baño son los principales.

Tratamiento de la cistitis de la luna de miel

La curación de la cistitis de la luna de miel es muy sencilla. En general, suelen responder al tratamiento con reposo de la actividad sexual y con antibióticos El diagnóstico se lleva a cabo a través de un análisis y cultivo de orina.

Como medidas generales, durante el acto sexual, es aconsejable que antes de producirse la penetración o coito, asegurar que la vagina esté lubricada. En algunos casos, los lubricantes solubles en agua son oportunos, disminuyen la fricción y la opresión sobre la zona infectada y previenen la inflamación de la uretra. Sea del tipo que sea, la cistitis no tiene por qué convertirse en una molestia que condicione el día a día de las mujeres. El sexo, para las mujeres, no tiene que ser lesivo.

 

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