¿Qué Pasa?

Música urbana incide en construcción identidad de adolescentes

Música urbana incide en construcción identidad  de adolescentes

(Y II)

La investigación realizada por las doctoras Ivelisse Maribel López Zarzuela y Esther de León Durán, en su tesis “Incidencia de la Narrativa de la Música Urbana en la Construcción de la Identidad de los Adolescentes”, resalta que el 7 por ciento de los adolescentes (2.22 por ciento de los varones y el 4.44 por ciento de las hembras), entre 19 a 21 años, se encuentra en el estado de Logro de la identidad, lo que significa que han concluido un periodo de exploración de sus alternativas y adoptado una serie de compromisos relativamente estables y firmes en todas las áreas de su vida.

Psicológicamente poseen un armónico sentido de sí mismo nuclear y de rol, que se manifiesta en rasgos de carácter relativamente estables a pesar de las circunstancias. Tienden a tener estabilidad emocional y son menos vulnerables a la presión de grupo o de los medios de comunicación y a los modelos que ofrecen.
El 16 por ciento de ambos sexos está en situación Moratoria, es decir, todavía no se ha comprometido con un esquema de valores propio ni ha realizado una elección vocacional o las ideas que poseen no son demasiado intensas. De estos, la proporción de hombres es mayor que la de las mujeres, con 11.11 ciento y 4.44 ciento, respectivamente. Estos adolescentes tienden a mostrar niveles altos de ansiedad y de conflicto con las autoridades.

Llama la atención que una gran proporción (33 ciento) de los adolescentes encuestados se halla en el estado de identidad Hipotecada, por lo que se infiere que no son autónomos y que necesitan la aprobación de los demás.

Asimismo, es posible que hayan asumido los roles y valores de sus referentes significativos, entre los que se encuentran los artistas urbanos, siendo las mujeres quienes tienen un mayor porcentaje que los varones (20 por ciento y 13.33 por ciento, respectivamente).

“En otras palabras, es posible que las hembras tiendan a la dependencia, por lo que hacen sus elecciones vinculadas a la influencia de otros. En sentido general, ambos sexos muestran poca intimidad afectiva, tendencia a establecer relaciones estereotipadas, conformismo y compromiso rígido con el rol identitario del grupo o una combinación de sumisión a la identidad del líder y aislamiento”.

Queda evidenciado en el estudio que quienes se encuentran en este estado tienen el riesgo de padecer el trastorno de personalidad dependiente, cuyos rasgos centrales son un comportamiento de extrema sumisión, apego y miedo al abandono, causado por la necesidad persistente y excesiva de recibir cuidados.

Estas personas suelen ser pasivas y dejan que los demás tomen las decisiones por ellos y asuman sus responsabilidades en casi todas las áreas de su vida. Es decir, se sienten incapaces de funcionar solos, por lo que se muestran ineptos y pueden incluso llegar a tolerar abusos verbales, físicos o sexuales.

Por otro lado, el 44 por ciento de los jóvenes encuestados posee un estado de Difusión de la identidad, siendo mayor la proporción de hombres (28.89 por ciento) que de mujeres (15.56 por ciento), por lo que manifiestan carencia de metas y de un sistema de valores para dirigir su vida. Estos adolescentes muestran una ausencia de autodefinición y de compromiso, tendiendo a ser indiferentes a las críticas de sus progenitores, a posponer las cosas y a tener dificultades para cumplir con sus demandas habituales, como por ejemplo: completar sus deberes escolares, pensar en su futuro o encontrar un trabajo.

Recomendaciones

La evidencia científica respalda el papel de la familia, específicamente de los adultos significativos, como un factor crítico para logar un desarrollo psíquico y físico saludable en cada uno de sus miembros. Todas las investigaciones en este campo han demostrado que la relación de los progenitores con sus hijos es un elemento clave para promover comportamientos saludables y de protección ante el riesgo de conductas inadecuadas.

En ese sentido, creemos que el Programa Familias Fuertes: Amor y Límites, es un recurso de intervención efectivo, para la prevención de las conductas inadecuadas que promueven las canciones urbanas, tales como el consumo de alcohol y sustancias psicotrópicas, violencia, relaciones sexuales de riesgo o comportamiento antisocial, entre otras. El mismo está dirigido a los progenitores y sus adolescentes entre 10 y 14 años y es parte de las Estrategia Regional para Mejorar la Salud de los Adolescentes y Jóvenes de la OPS.

Consiste en siete sesiones de dos horas de duración, en la que los adolescentes deben asistir con dos adultos, idealmente sus progenitores. Si no es posible, debe ir con uno de sus padres y otra persona que forme parte de su vida cotidiana, como por ejemplo un abuelo, tío o un buen amigo de la familia. Como recursos se emplean: videos, juegos de dramatización, modelamiento, practicas individuales y grupales y juego de roles, para ilustrar los temas de las intervenciones, que son los siguientes:
• Usando amor y límites
• Estableciendo las reglas del hogar/definiendo metas y sueños
• Fomentando la conducta adecuada/hacer frente al estrés.
• Usando las consecuencias
• Estableciendo vínculos/hacer frente a la presión de grupo
• Protegiendo para evitar las conductas de riesgo
• Conexiones con la comunidad
Al finalizar la intervención se espera que los progenitores hayan logrado adquirir habilidades de conexión emocional, promoción de soporte y proximidad afectiva con sus hijos; además de maneras efectivas de orientar e informar, de tratarlos afectivamente, escucharlos empáticamente y para disciplinarlos positivamente. También que hayan alcanzado conocimientos de métodos de monitoreo efectivos tanto para la crianza como para ayudar a sus hijos a que sean autónomos.

El dato

Conclusiones
El desarrollo de esta investigación permitió a las profesionales constatar que la música urbana es un elemento psicosocial que tiene una gran incidencia en el proceso de construcción de la identidad de los adolescentes, evidenciado en lo siguiente:

• Tanto los varones como las hembras prefieren los sonidos potentes, ruidosos y radicales, que proyectan el rechazo al poder y a las normas sociales instituidas, específicamente: el Hip-Hop, Reggaetón, Trap y Dembow.

• La música urbana tiene una presencia e importancia significativa en la cotidianidad de los jóvenes encuestados, pues cumple con funciones relevantes, tales como: acompañante en casi todas sus actividades, alivia sus momentos de soledad, les sirve para relajarse y desconectarse del entorno y como diversión.

• También juega un papel importante en las relaciones con sus pares, sobre todo en el caso de los hombres, quienes suelen aglutinarse en torno a ella, otorgándoles sentido de pertenencia y aceptación.
• Ambos sexos indican que la música urbana se relaciona con su personalidad y comportamiento, siendo la proporción de hombres mayor que la de mujeres. De ahí que este género musical incide en la construcción de la identidad. También consideran que expresa lo que piensan y sienten, además de que es un elemento de diversión.

• Curiosamente, los jóvenes encuestados entienden que no suelen imitarlos en la vestimenta o peinado; lo que probablemente se deba a que conciban la apariencia física como resultado de la moda del momento, más que un estilo particular de sus artistas urbanos preferidos o que lo nieguen por la connotación social negativa con la que se asocian.

• Los adolescentes reconocen que la música urbana les atrae básicamente por su ritmo y por la letra, pues consideran que la misma expresa sus estados de ánimo. De ahí que tiene un efecto catártico, al adquirir significados relacionados con su mundo interior afectivo.
• La música urbana promueve la sexualidad como una forma de diversión, en la que no hay consecuencias negativas ni responsabilidad. Este hecho incide directamente en el comportamiento de los adolescentes, quienes son receptores pasivos, pues por la etapa vital en la que se encuentran no cuentan con los recursos psicológicos necesarios para reflexionar acerca de estos contenidos.
• Aunque a las hembras les guste escuchar y bailar la música urbana, se difunde una imagen de la mujer como objeto sexual y sumiso; mientras que el hombre es proyectado como dominante y agresivo, lo que implica la promoción de los estereotipos de género.
• Este género musical no solo difunde estos patrones simbólicos y mercantiles de la sexualidad y de lo que es un hombre o una mujer, sino que también impone la violencia simbólica, sin que los adolescentes lo perciban. Ello implica que esos valores son aceptados con la complicidad inconsciente de los jóvenes, quienes los adoptan y adaptan a su manera de ser y a sus procesos de interacción social y prácticas socioculturales.
• Los varones se interesan más que las hembras por el contenido de la narrativa de la música urbana, lo que aunado a su mayor preferencia por el Trap nos permite inferir que se identifican de manera marcada con los estereotipos de género (machismo, misoginia), la violencia y el “éxito social”, entendido como un estilo de vida ostentoso, producto del comercio de sustancias psicoactivas o sicariato, que promueven estas canciones; razón por la que pueden tener una mayor tendencia a manifestar estos comportamientos.
• Un 22% de los adolescentes encuestados admite que, por lo menos pocas veces, la música urbana les produce la necesidad de manifestar un comportamiento violento o de hacer lo que expresa la narrativa de las mismas (17.77 por ciento). En ese sentido, cabe la posibilidad de que no acepten abiertamente las emociones negativas o que no las reconozcan. También puede ser que tengan conciencia de ellas pero que las atribuyan a otras circunstancias de su entorno.
• Ambos sexos, indican abiertamente que se identifican con sus artistas urbanos preferidos, porque estos reflejan su carácter, personalidad, conducta y manera de pensar. Por ello se infiere, que son referentes identitarios, generadores de pautas de comportamiento, roles de género y sexuales.
• En ese sentido, los adolescentes tienen como referentes identitarios a los artistas urbanos que exponen públicamente sus adicciones e incitan al consumo de sustancias psicoactivas, que suelen tener dificultades con la ley por narcotráfico o violencia de género y que, en general, exhiben un comportamiento contra las normas sociales. Este dato, conjuntamente con el hallazgo anterior, nos indica que los jóvenes encuestados son muy propensos a emular estas conductas, pues los exponentes urbanos son su modelo a seguir.
• Es importante acotar aquí, que ningún adolescente escogió como referente identitario a una mujer, ni sus canciones, pese a que nuestro país posee exponentes urbanas que han colocado varios éxitos en el mercado.
• Se evidencia que entre los jóvenes encuestados permanecen los estereotipos de género promovidos por la música urbana.
• La desinformación, mala calidad de la educación, conjuntamente con el periodo vital en que se encuentran los jóvenes encuestados y la situación social en que están inmersos (ausencia de tradiciones y valores, desintegración familiar, desempleo, carencia de políticas estatales que contribuyan al desarrollo, entre otras), no les permite reflexionar conscientemente acerca de los mensajes que la música urbana les brinda.
• Debido a la estructura de la música urbana –bits acelerados con progresión de acordes repetitivos–, los adolescentes son propensos a mantener un estado de alerta constante, hiperactividad y mayor velocidad de pensamiento, porque estimula las ondas betas y la producción de adrenalina. Ello supone un aumento en la variación de sus constantes vitales, es decir, de la tasa cardíaca y la respiración. Además impide la concentración, por lo que disminuye la posibilidad de tomar decisiones racionales, y dificulta el aprendizaje, pues daña la parte simpática del hipotálamo. Asimismo, la audición de este género musical incrementa la producción de dopamina y endorfina, lo que les genera sensación de placer, similar a la que se obtiene a través de la comida o el sexo.
• El rango de edad que suele escuchar música urbana con mayor frecuencia e intensidad es el de 16 a 18 años, grupo en el que se presenta el estado de identidad difuso y que manifiesta ausencia de autodefinición y compromiso, además de carencia de metas y de un sistema de valores para dirigir su vida. Ello implica que nuestra hipótesis de trabajo se cumple, pues se correlaciona positivamente con estos hallazgos.
• A nivel clínico estos jóvenes manifiestan la difusión de la identidad en la incapacidad para formarse un juicio preciso de sí mismos y de los demás, en el manejo inadecuado de sus afectos negativos y de las situaciones interpersonales conflictivas, en la falta de compromiso con sus deberes escolares, ocupación y con sus relaciones afectivas y en la carencia de sutileza para manejarse con tacto y comprensión en sus interacciones sociales.
• La difusión de la identidad conlleva a una desconexión entre sus estados de ánimo, por lo que estos jóvenes no saben cómo van a reaccionar, además de tener la sensación de estar fragmentados entre conductas contrarias que no le dejan orientarse en la vida, por lo que no pueden tener certezas acerca de lo que quieren y tampoco comprometerse con una relación afectiva o un trabajo, predisponiéndolos a una incertidumbre crónica.
• Este grupo de jóvenes posee un fallo en la visión integrada de su sí mismo y de las otras personas significativas, que lo hacen propenso a manifestar patologías graves, tales como: fracaso escolar, adicciones a sustancias psicoactivas o alcohol, rechazo de los roles sociales, comportamiento antisocial, depresiones crónicas, ansiedad y conducta caótica en el plano sexual.
• Por último, cabe señalar que la difusión de la identidad caracteriza al borderline y al psicótico, pues la organización de la personalidad en estos trastornos está basada en la escisión, con la diferencia que los primeros conservan el examen de la realidad, mientras que los segundos lo pierden. Así, para los adolescentes encuestados constituye un riesgo aumentado de desarrollar sobre todo el Trastorno de Personalidad Limítrofe, pues la difusión de la identidad es su característica central, junto a la falta de control de los impulsos y al primitivismo en la exhibición del afecto.

El dato

Ivelisse Maribel
López Zarzuela
Psicóloga clínica, terapeuta de aprendizaje y psicometrista.