Opinión

Naciones Unidas y el mundo

Naciones Unidas y el mundo

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Un 26 de junio de 1945 en Estados Unidos de Norteamérica (EUA) bajo la presidencia de Franklin D. Roosbelt, 51 países se reunieron en San Francisco, California a firmar documentos para la creación de las Naciones Unidas, aunque oficialmente se llamo así el 24 de octubre de ese mismo año. La República Dominicana, México y Cuba formaron parte de esa conferencia y la República Dominicana vivía su etapa más negra y difícil con una tiranía considerada la peor de su historia reciente. El propósito de la ONU según documentación era confines muy altruistas, las naciones del mundo estarían allí representadas; con lo que cualquier conflicto, discrepancia o problemas podría ahí presentarse y con lógica, razón y ayuda de todos solucionarse correctamente. Algo faltaba porque la Segunda Guerra Mundial no había terminado definitivamente.

Por desgracia, nadie puede hacer predicción sobre los vaivenes del espíritu humano y menos juzgar lo que piensan los cientos de pueblos del mundo, con tan diferentes orígenes, cultura, idiosincrasia y riqueza. Ni tampoco puede esperarse que un grupo de diplomáticos bien pagados, sentados en un salón de aire acondicionado, resuelvan los problemas del planeta, sin fuerza directa y sin dinero.

Por lo tanto, las cosas han seguido tan mal y probablemente más turbulentas que en otras épocas: muchas guerras, actos terroristas, contaminación general de mares, atmósfera y ciudades, hambre y falta de agua en pueblos pobres, trafico de drogas, epidemias como el SIDA y el EBOLA, injusticia en el trato y desequilibrio entre ricos y pobres, criminalidad y algunas cosas más que no menciono.

Para eliminar algo malo, es necesario identificar la raíz que causa este y después actuar de tal manera que no siga sucediendo. No sirven de nada las palabras en un salón lleno de gentes tan diferentes.

Lo que se necesita es acción.

Como todas las organizaciones burocráticas, a la ONU le falta agilidad pues depende de que las naciones poderosas comprendan el problema y den su ayuda. Y entonces las naciones poderosas también tienen burocracia que enreda y frena todo. Por lo tanto, las ayudas tardan o no llegan. Así es que cuando les mandan ayuda a algunos niños de África que se están muriendo de hambre, estos pueden ya estar muertos.

Las naciones poderosas tienen que encontrar un mecanismo que ayude en problemas de necesidad o contaminación y que reaccione rápidamente, como puede ser el caso de una guerra necesaria que puede ser por amenaza nuclear o por eliminar el terrorismo.

Todo tiene que ser ágil y efectivo si se quieren buenos resultados. Las deliberaciones tienen que ser dejadas para después.

El Nacional

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