Opinión

NEURO-PSICOLOGÍA

NEURO-PSICOLOGÍA

Generalmente identificamos fácilmente los signos de ansiedad en adultos: miedo, desasosiego, intranquilidad. Se buscan las causas, y con algo de voluntad y empeño se puede llegar al punto de sobreponerse de la misma.

Sin embargo, la presencia de ansiedad en los niños es más común de lo que pudiera suponerse. Sus manifestaciones, no obstante, no suelen ser del todo conocidas.

Problemas en el hogar, como riñas entre los padres, rivalidad entre hermanos, inseguridad económica de la que se haga a los niños partícipes son solo algunas de las posibles causas. De igual manera, las distintas situaciones en su entorno de estudio, como problemas con alguna profesora, ser víctima de acoso escolar por parte uno o varios compañeros, o incluso la ausencia repentina de un amigo, pueden originar estados de ansiedad en el niño.

Incluso circunstancias como la pérdida de una mascota, mudarse a otra ciudad, o  la muerte de un familiar son en muchas ocasiones responsables de que el niño desarrolle síntomas de ansiedad.

Ahora bien, debido a que normalmente los niños suelen tener distintos mecanismos que el adulto para manifestar la preocupación y un estado ansioso, es importante estar alerta ante sus posibles síntomas.

Algunas de las manifestaciones de ansiedad en un niño son: agresividad repentina, en un niño que normalmente no era agresivo. Distracción en clase (e incluso en el hogar) es también una exteriorización común de ansiedad. La adquisición de un tic nervioso, tartamudez,  o comer más –o menos- de la cuenta.

Algunos niños con ansiedad vuelven a orinarse en la cama, tienen problemas de insomnio o continúan “chupándose los dedos” en edades que no corresponden. Otros, incluso, pueden perder parte del cabello como síntoma ansioso.

Es importante notar que siempre que hay ansiedad ocurre un cambio en el comportamiento habitual del niño, por lo que hay que estar alertas a cualquier  cambio de este tipo.

Ayudar a un niño con ansiedad comienza en el hogar. Proveer, dentro de lo posible, un ambiente en el que éste se sienta seguro, y no juzgado. Saberse amado y aceptado. Todo esto, intentando también conocer el origen de la ansiedad manifiesta, para poder tratarla.  Si aún así, el niño continúa mostrando síntomas de éste tipo, recomendamos la ayuda de un profesional que enseñará tanto al niño como a los familiares a manejarse con éste tipo de situaciones, tan molestas como comunes.

El Nacional

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