Cuando el conocido psicólogo William James dijo a principios del siglo pasado que “tan solo utilizamos una pequeña fracción de nuestros recursos mentales y físicos” probablemente no imaginó que su expresión daría origen a uno de los mitos más extendidos, generalizados, y publicados en libros de autoayuda , aquello de que “solo utilizamos el 10% de nuestro cerebro”.
¿Es esto así? Un conocimiento básico de la anatomía y el funcionamiento cerebral nos revela que el complejo órgano que constituye el cerebro humano está conformado por millones de neuronas con funciones especializadas en las que todas y cada una de sus áreas ejecutan funciones específicas. De éste modo tenemos el área posterior del cerebro, encargada de los estímulos visuales, los sectores lingüísticos a cargo de la interpretación y la expresión del lenguaje, los lóbulos temporales relacionados con la memoria, además del lóbulo frontal encargado del razonamiento, el comportamiento sexual, la socialización, coordinación y control de las conductas, por no mencionar más.
¿Dónde quedó el 90% no utilizado? Todavía hay más. Las técnicas de resonancia magnética y tomografías muestran que la actividad cerebral es constante, incluso cuando se está dormido, por lo que no hay lugar a ningún porcentaje silencioso o inactivo dentro de nuestro cerebro. Incluso una pequeña lesión en éste importante órgano, sin importar dónde se encuentre, presenta riesgos para el funcionamiento normal de la persona, confirmando que, no solo una parte, sino el cerebro completo está activo para mantenernos en funcionamiento.
Desmitificado el mito, volvamos a las palabras de James “Solo utilizamos una pequeña fracción de nuestros recursos mentales ” Esto es más factible. En efecto, podemos ejercitar los recursos de nuestra mente. Es en lo que se basan las terapias de rehabilitación cognoscitiva; estimular nuestra capacidad de memoria, lenguaje, lógica y razonamiento.
Incluso actividades habituales, como tocar un instrumento, aprender otro idioma, llenar crucigramas, sudokus, y hasta el ejercicio físico puede ayudarnos a sacar el máximo potencial de un cerebro, que por defecto, ya usamos al 100%.
