n trago no es mucho. Pero siese trago en realidad son más y existe lanecesidad de tomarlo de manera continua, estamos hablando de una dependencia. Depender del alcohol en cualquier medida constituye un alcoholismo.
Los efectos del alto consumo de alcohol sobre el organismo son archiconocidos. Entre ellos: problemas en el páncreas, cirrosis, cáncer de estómago, garganta, laringe, ulcera gástrica, impotencia sexual, frigidez, síndrome de abstinencia en bebés y envejecimiento prematuro. Pero éstos no son todos.
El cerebro también tiene su parte importante en la ingesta de alcohol. El glutamato sustancia cerebral que estimula las neuronas a entrar en acción- altera el cerebro en conjunto, incluyendo la región encargada de la memoria a corto plazo y el aprendizaje. Por eso, al beber, aparecen las famosas lagunas ú olvidos, así como dificultades para recordar hechos recientes y ocasionando despistes en el día a día. La habilidad para aprender cosas nuevas se hace también mucho más reducida.
Por su parte, el GABA es el ácido cerebral encargado de inhibir las reacciones en el cerebro, y por ende, de producir sensaciones de calma y relajación. A medida que aumenta el consumo de bebidas alcohólicas, éste desensibiliza los efectos del GABA, provocando una tolerancia que hace que se necesite mayor cantidad de alcohol para conseguir el mismo efecto relajante. Este efecto es también responsable del síndrome de abstinencia que se genera en quienes intentan dejarlo.
La dopamina y serotonina son las sustancias cerebrales responsables de los efectos de euforia y adicción que produce el alcohol. En ausencia de éste, las concentraciones de ambas sustancias se hacen menores, provocando sensaciones de tristeza y depresión.
Ante éste panorama, los neuropsicólogos intervenimos, básicamente, en la evaluación de los efectos mentales producidos por un consumo continuo, así como en el reconocimiento y rehabilitación de aquellos que son reversibles.
Aunque es socialmente aceptado, la adicción que produce el alcohol en el cuerpo humano es grave. Combatir el impacto que éste genera es tarea de equipo, y ha de comenzar por el reconocimiento del problema por parte de la misma persona, siendo ésta, quizás, la parte más compleja; y es que, tener tres tragos en la cabeza demasiado a menudo, debería ser alerta suficiente de que realmente se trata de un alcoholismo.