El Parkinson es una de las enfermedades más tratadas en la consulta neuropsicológica. Además de ser un trastorno del movimiento, algunos personas diagnosticadas con la enfermedad, pueden desarrollar dificultades a nivel cognitivo, sobre todo en la capacidad de atención y concentración.
Es una enfermedad difícil de diagnosticar en sus inicios; puede manifestarse con dolores en las articulaciones o incluso con cuadros depresivos.
Los síntomas característicos del Parkinson son:
Temblor: es el más conocido, y sin embargo no se presenta en la totalidad de los pacientes. Cuando ocurre, suele ser un movimiento rítmico y lento, que se hace más notable cuando la persona está en reposo.
Bradicinesia (o lentitud de movivimientos): aparece una inexpresión en la cara. La escritura se torna lenta, así como los movimientos automáticos, tales como tragar, parpadear y balancear los brazos al caminar. Los movimientos voluntarios también presentan lentitud.
Rigidez muscular: se dificulta la posibilidad de mover con suavidad las extremidades.
Anomalías en la postura:aparece una tendencia a mantener las rodillas y los codos encogidos. La cabeza y el tronco suelen estar inclinados hacia delante.
Dificultades para caminar: se presenta una marcha lenta, arrastrando los pies. Se camina con pasos cortos y rápidos, que solo pueden ser frenados si se agarra a un objeto o persona, lo que se conoce como propulsión. Pueden aparecer episodios de bloqueo, en los que la persona se queda de pie, sin aparentemente poder mover los pies del suelo. El ritmo de la marcha puede también cambiar de maneras repentinas (comenzar a caminar más rápido, repentinamente).
Trastornos del equilibrio: las dificultades para mantener el equilibrio aparecen normalmente en un estadío avanzado de la enfermedad.
Estos síntomas, característicos de la enfermedad, pueden ir acompañados de otras dificultades, como cuadros de ansiedad, insomnio, depresión y déficit cognitivos de niveles variados. Se hace por tanto vital un tratamiento integral de la misma.
